Sunday, September 3, 2017

ALBERTO GIRRI





EL POEMA COMO IDEA DE LA POESÍA

Que la finalidad
sea provocar el sentimiento
de las palabras,
y alcanzar
el desafío de la expresión,
perseguir objetos
que se ajustan al sentimiento,
hundirse en objetos
hasta la emoción adecuada,
está probado,
y tanto, probado y probado,
como no lo está
el que en esos tránsitos
la tendencia madre sea
por dónde va la inspiración,
"si en frío o en caliente",
y no lo está
que haya que seguir a Homero
entre las Musas, su rogar que lo asistan,
y a Platón
saludando hermosos versos
más en mediocres pero iluminados
que en sagaces y hábiles exclusivamente
al amparo de sus propias fuerzas,
y a Dante, el reclamar
la intervención de dioses
acaso sin creer en ellos:
O buono Apollo, all'ultimo lavoro
fammi del tuo valor...
Pero tampoco ninguna
terminante prueba hacia lo opuesto,
que el poema
se conduzca en la mente como un
experimento en una ciencia natural,
y que la aptitud
combinatoria de la mente sea
la solo inspiración reconocible.




GATO GRIS MUERTO

Brujos enseñaron que los gatos
pueden alojar almas humanas.

Figura empapada del asfalto o vuelto hacia las nubes,
eres el muerto más perfecto que yo he visto.
Pero cómo descubrir que la vigilia que te llega,
ya indiferente a cualquier invocación,
tu realidad verdadera de hijo del demonio,
de locatario esbelto de almas,
que estableció para tu antepasado africano
la voluntad miedosa de los clanes familiares
y confirmó la impar justicia de la magia.
Pronto vendrán hasta tu cuerpo abandonado
ladrones de velas,
y robarán las tibias, su recatada médula.
Porque es sabido que cuando tales huesos despierten
despertarán las almas en ellas internadas,
y en un pueblo lejano y caníbal,
hombres que trabajan y tienen amores,
instantáneamente se convierten en
estatuas.
Brujos enseñaron que los gatos
pueden alojar almas humanas,
y arañar, si quieren, el corazón del huésped.


LA SOMBRA


De algún modo soy tu cuerpo,
Me designo en él, me quema
En la mentira útil como un remo,
En la desgracia y la amorosa lucha
Abriendo Los huecos de su máscara.
Pero no me lo permitas,
No me dejes ser sólo tu cuerpo.
De algún modo soy tu cuerpo,
Cuando la rica, inexplicable sangre,
Transcurre en medio de representaciones.
Y lo seré hasta que cenizas
Acaricien tu prestada, última parcela.
Pero no me lo permitas,
No me dejes ser sólo tu cuerpo.
De algún modo soy tu cuerpo,
La opresión que difunde me sostiene,
Y no en otro descienden las palabras,
Urde la disculpa el vejado sermón
Por nuestras pasadas facciones.
Pero no me lo permitas,
No me dejes ser sólo tu cuerpo.
De algún modo soy tu cuerpo
Y si en atención a su dañina mengua
Me cuido bien de mirarlo como esencia,
¿Con qué prodigio, incisivo milagro,
Percibiré tu pasión cuando lo excluya?
Pero no me lo permitas,
No me dejes ser sólo tu cuerpo.


CUANDO LA IDEA DEL YO SE ALEJA

De lo que va adelante
y de lo que sigue atrás,
de lo que dura y de lo que cae,
me deshago,
abandonado quedo
del fuerte soplo,
del suave viento,
y quieto, las espaldas
vueltas las manos hacia arriba,
apoyo en el suelo,
corazón
abjurando de armas, faltas,
de oraciones donde borrar las faltas,
blando organismo, entidad
que ignora cómo decir: "Yo soy"
y en la enfermedad y la muerte,
vejez y nacimiento,
ya no encontrarán lugar,
como no lo encontraría el tigre
para meter su garra,
el rinoceronte el cuerno,
la espada su filo.

Antes hacía, ahora comprendo.


PRIMAVERA CON SUFIES

El océano hablando,
en espumas, gotas,
disímiles instante a instante,
pero una sola agua,
y las lenguas
de pájaros, flores,
el halcón
al relatar sus paseos acompañado
de los cuervos,
el ruiseñor, alabanza
infinita de la rosa,
la paloma que pregunta
por el camino hacia el amado,
y la cigüeña, su piadosa
disposición: "Tuyo es el reino,
tuyas las loas a Dios",
y el vocear
de hojas, pétalos,
la violeta
en hondos azules, el narciso
de ojos lánguidos, tulipanes,
el enrulado jacinto.

Sí, lo múltiple,
en nombre
del que no tiene nombre,
múltiple y uno,
el que en eterna
soledad era oculto tesoro,
y procuró que lo conocieran
y creó el mundo.

Sí, nacidos de él
océanos, pájaros, flores,
y para que con lo que dicen
tejamos la tela que nos viste,
bebamos el producto
que destila lo que dicen.


LÍRICA

Lo no previsto,
lo que con nombre de sarcasmo:
novísima luna de miel,
arrastras por dentro,
y que afuera, juzgado y aislado
desde ciencias del comportamiento,
merecería rótulo más cierto,
el de novísima
erotización del vínculo,
transparente caso, muy sabido
de acuerdo con estadísticas,
noticias sueltas, cuadros personales,
y que tan por sorpresa
como se instaló se revertirá,
una tardía
exaltación que en la casi penumbra,
receptáculo de los desposados,
toca a pagar, te toca
corresponder con el recelo de que acaso
no transcurriera sino en ti,
y ella intacta, lo femenino
examinándote, sobrepasándote
a fuerza de no conocer altibajos,
la femenina complacencia
de resistirse a transformaciones
de alta tensión y débil intensidad
en baja tensión y gran intensidad.


PARÁFRASIS

Lc. 11, 5

Mejor vecino cerca
que hermano lejos,
para cuando, de improviso,
en tardías horas pedirle el pan
de agasajar a tus amigos,
y te responda
como quien se libra de un importuno
y no cae en descortesía, desvergüenza,
y aunque tuvieras
que golpearle con tesón, no dejarte
despedir, asustar desde palabras duras,
hasta que por tus manos abiertas,
rejas alzadas ante los ojos,
se filtre esa luz de la dádiva,
tus pasos atravesando cerrojos,
reverberación de tus voces
haciendo que tiemblen los cuartos.

De no ser así, ¿lo llamarías
vecino, o siquiera medio vecino,
creerías en tu oportunidad,
si no escrita, insinuada por el Evangelista,
de que al contar lo recibido, panes y no piedras,
haya de haber un número mayor
que el que rogaste en préstamo?


PASCAL

Casi ninguna verdad,
el vacío
para sentirte seguro
contra la historia,
apóstata
por aconsejar la inconstancia,
la fatiga extrema,
la tempestad,
aunque los hombres no las amen,
por juzgarnos míseros
y tener tan alta idea de ti
que no quieres
compartir nuestras debilidades,
por ser tú mismo endeble
y admirar las moscas,
extrañas potencias
que ganan todas las batallas,
perturban el alma,
y devoran el resto,
por sustraerte al destino común
asomándote al abismo,
tu abismo, a tu izquierda,
y orar con un largo grito de terror,
por cerrarte a la caridad
mientras velas, implacable,
y exiges
que en esa Agonía
que durará hasta el fin del mundo
nadie se duerma,
por haberte ofrecido a Dios
tras anunciar que en todas partes
la naturaleza señala a un Dios perdido.

Casi ninguna verdad,
el vacío
y el morir solos
debajo de un poco de tierra.
Tuviste razón,
qué necios son estos discursos.


PERO SOLO SON PENSAMIENTOS

Sólo los pensamientos
de quien por haber cedido a la fascinación
de idiotas de las familias, retratarlos
sin la caridad que provoca amistades,
se lo recrimina visualizándose
como algún Tolstoi chino, maestro de almas,
lo cuestionaría y reflejaría,
contrahecho, lisiado,
hombros que se levantan
por encima de su cabeza, mentón
en descenso hacia su ombligo,
dedos de más y de menos,
esforzados inclinarse de adelante atrás
remedando una actitud que propicia
la cavilación:
"Estoy en dificultades
porque tengo un cuerpo
y es mísero.
Cuando me falte,
¿qué dificultades podría tener?"

Pero sólo pensamientos
como tantos, un irse anticipando
al morir y la muerte,
a la sorpresa del miedo
de morir y la muerte,
como los tanteos
que en el pensamiento de Ivan Ilich
detectaba Tolstoi.


A LA POESÍA ENTENDIDA COMO UNA MANERA
DE ORGANIZAR LA REALIDAD, NO DE REPRESENTARLA


Lo que en ella place
place a la índole de las cosas,
inicialmente dirigidas a nadie,
y en esencia visiones,
y la reflexión
determinando que impulsos, ideas oscuras,
cobren análogo peso, homologadas
en sentencias que otras
sentencias transforman,
apremiadas
por lo que la poesía exige,
lo que el poema
ha de ofrecer a la vista,
afectar a los sentidos,
lo que tendrá
de móvil ofrenda
en un mundo estático,
y lo que el paisaje, los millones
de universales gestos piden,
ser formulados
en tejidos de perenne duración, claros
de diseño, voces modificando
hábitos de conceptos y categorías,
y atendiendo
a que más allá de la verdad
está el estilo,
perfeccionador de la verdad
porque en sí lleva
la prueba de su existencia.

Escríbela,
extrae de ese orden
tus objetos reales,
mayor miseria
que morir o la nada
es lo irreal, lo real sin objetos.



SUBSISTIRÉ, SUBSISTO

Subsistiré, subsisto,
ser el pimpollo,
ser el transitorio pez,
naturaleza como mezcla.
Apenas anunciado,
la permanente degradación
me empuja la cambio,
inimaginable consumo
de fuego elemental,
agua, aire, tierra,
y formas que nunca nacen,
por ya engendradas
actuales y futuras,
retrospectivas formas,
repitiéndome en todos
cargado a una inmortalidad
llamada muerte,
cuando el odio me disocie,
y lo oscuro sea recompensa;
amor,
cuando presunta pureza,
me identifique en un lugar,
interior tentativa de conservación,
la única que pueden permitirme
tiempo y especies.


DOPELLEBEN

Novelistas
fervorosos de la acción
e incapaces de actuar,
ideólogos
que erráticamente fechan
el ocaso de nuestros ciclos
y de ciclos que sobrevendrán,
excéntricos
sin esperanzas, deslomándose
en sentenciar que la grandeza
se arranca de las causas perdidas,
nihilistas
supérstites de un credo
algunas de cuyas demandas
todavía circulan, sin eco:

Las cárceles son
universidades del crimen
que habrá que volar, tarde o temprano.
Como esquemas de vidas encarnando
¿hasta qué punto es quimérica
la comunión entre lo inmutable de cada destino
y la perspectiva que elige, que pretende?
¿Cómo encargados
de desautorizar la hegeliana sentencia
de que lo interior supone con lo exterior
un vínculo ineludible?

¡Doble vida!¡La expresión
que tú Gottfried Benn acuñaste
para nuestros constantes espejismos,
desenmascarando incompatibles prácticas,
chácharas sobre generalidades,
reticencias en admitir
que cuanto pesa y decide se produce
fuera de la esfera de lo personal.



EN LA LETRA, AMBIGUA SELVA

1

El ritmo de lo escrito
es el ritmo del que escribe,
y el texto, el poema,
en parte mecanismo verbal,
en parte sistema de correspondencias,
es con el mundo una sola entidad.

2

La forma equivale
a convicción interna,
y la letra la emplea con vistas
a proveer al mundo de significados,
y aun para el Significado,
y aun para subyugarlo
con el prejuicio de que la palabra
traduce y vierte lo ideado.

3

Lenguaje y estilo
penosamente edifican jerarquías,
y al lograrlo
el mundo queda en suspenso, extático,
aunque luego el producto se descompone,
su linaje se vulgariza,
suena escarnecido y degradado
como fofa, mustia potencia,
y las líneas mejores, las ejemplares
y musicales tiradas, apenas si sobreviven
como detrás de un vidrio, burla y tedio,
¡oh pobre Olimpio!


4

¿Campos donde el que más despoja
es el que avanza?
¿Trampa y recompensa
para los que perseveran
enfermizamente atentos a apoderarse
de la utilidad atreviéndose
a lo banal absoluto de escribir
"Cierren esa puerta", o "Quisiera dormir"?
Cuanto trace la escritura
será interpretado, obtendrá respuesta,
como a los piadosos se les permite
orar según les plazca, convencidos
de que Dios escucha y lee
hasta las pisadas de una hormiga.



RELACIONES Y OPUESTOS


¿Fuera de lo que refleja
el espejo de su mujer,
el de su amante,
el de la mujer que quiere,
es él
alguna otra cosa?
¿Es una mujer
más que lo que toman su esposo,
su amante,
y el hombre que quiere?

Cuando la cercanía
se manifiesta cómo recibir,
no cómo dar,
¿bajo qué suelo
entierran
lo que los afecta
cuando
fusión
y perfección
se desvanecen
para seguir estando
ella, él o ambos,
ligados a lo inmodificable,
a su propio cordón umbilical?

¿Cómo
despierta
y adquiere autoridad
la despótica zona
del sarcasmo, agresión,
y en especial del silencio,
él y ella
perjuros,
un perjuro
dentro de un perjuro?
Oh, de su desamparo
no vendrán ayudas,
inequívocamente
se extingue en el choque
el epitalamio
y el recuerdo del epitalamio,
y ya ningún pudor
servirá como ayuda, ¿se borran acaso
las excrecencias, la caducidad
de los votos,
rapándonos las narices,
cosiéndonos la boca?



PASAJE A LA INDIA
  
Tránsito de la poesía
a una poesía como Sabor,
propiedad
que al ofrecerse no para
de ofrecerse,
y a la zaga de ella
el pensamiento inyectándole
continuidad a su placer
por la imagen de lo sentido,
y en imágenes constantemente similares,
Sabor y placer
en que siempre los cielos son negros,
negro el pecado, blanca
la notoriedad,
y en que los pájaros
beben sólo en los rayos de la luna,
los pavos reales danzan
al compás de los truenos,
y en flor el árbol de Asoka
toda vez que dedos de mujer
se posan junto a él,
y siempre las flechas
del amor durante su ir traspasando
el corazón de jóvenes,
el amor
evidencia que ilumina.
Sabor
reconocible y simple
como una comida con ingredientes
que nunca varían,
un Sabor inimaginable
para la poesía donde nos encerramos, esa
que nos encierra para dársenos
como arte de simultaneidades,
posesión del habla,
poder de sugerir, adecuación
del sonido a la inteligencia,
movimientos del estilo.


ELEGÍA DE LA COSTA

Dos veces al año
florecen tus rosas,
y dos veces
la ceniza en el cacto,
las fases de la lluvia.
¿Te importará
que deseche tal imagen,
modelo, verso heredado,
para que nuestros ojos bendigan
el equilibrio,
y urda en cambio, al tocarte,
un desafío a lo perdido, el fantasma
de tu opulencia, la sombra
helénica que viene del mar, trae el fuego,
la profecía, el templo, la sórdida apoteosis
del comercio y del arte?
¿Te modifica, rompe
el quieto, eternizado paisaje
de arbustos,
el aliento
del que sin dejarse detener
por la dorada promesa del verano
atisba en tus facciones,
despojos
cuya gloria
duerme al sol, obstinada,
inmune al incendio?
Dos veces al año
mi hogar entre rosas, oh presencia
de un hogar que tus dioses borraron.
Dos veces
la nostalgia
ensombreciendo, aplastando rosas.
¿Te disminuye, tibia Paestum,
que este sea mi pago? ¿Tomarás el poema
como algo menos efímero
que el momento de dejarte?


AMAZONA COMO LÍRICA

Femineidad cobrando
entonación masculina,
                             gracia donde resuena
la voz virago,
                             carne con todo
lo que insinúa de caballo,
                                     vientre recogido,
redonda grupa, ancho pecho,
orejas en punta, cerviz levantada,
crines densas,
                             la tibia piel y el belfo
en sucesivo mudar, del reflejo
castaño al ceniciento, bayo,
dorado, a manchas...

                   ¡Y la vitanda conclusión
en tu deleite,
                            un abrazo
que por imprevista alquimia
se agrega también dones histriónicos,
                                        un caballo que además finge
no admitir en su dorso a nadie
que no sea su dueño,
                                       y además la prevención
de perder mansedumbre toda vez
que se lo ceda a otro dueño!


ANDRÓMEDA

La Andrómeda del Tiempo, impar en la belleza y el agravio,
sobre este rudo peñasco ahora escruta largamente hacia uno
y otro brazo de la costa,
su flor, su porción de vida, condenada a ser alimento del dragón.
Muchos golpes y venenos la tentaron y acecharon una vez;
pero desde Occidente oye ahora el rugir de una bestia
más salvaje que las demás, más desenfrenada
en sus daños, más inicua y más obscena.

¿Es que su Perseo se demora y la libra a sus vehemencias?
Pero él, hollando por un tiempo el aire suave como una almohada,
suspende sobre ella que se diría abandonada, sus pensamientos,

mientras, desgarrada hasta la angustia, su paciencia
crece, luego consigue desarmarla, y nadie lo sospecha
con los arneses y hierros de la Gorgona, correas y dientes.


CÁMARA OSCURA

Mientras espera que la desnuden,
la expresión se esfuerza en desearse
a sí misma en blanco y negro,

                      y el ojo cuidadoso acecha
hasta sorprenderla empañándose,
empañada por matices de tensión,
físico desamparo.

                  Se trata de cazar,
y se trata de robo,
                               la víctima
lo consciente, sometiéndose,
y el ladrón llena de facciones, visajes,
su bolsa;

                    no supone angustias, trabajo aflictivo,
incomodidad, suceso infeliz.
                                pero es un tomar lo ajeno
desde artificios que requieren
ingenio en proporción directa
con la propiedad, limpieza,
austeridad de recursos,

             y soluciones fortuitas, ocurrencias,
"Improvisación creadora", diría
de su pillaje el que aquí, súbito,
se decide a atacar cubriendo
las lentes con tules, muselinas,
                       y en el incomparablemente joven
perfil modela por distorsiones
otra carne, helada y luminosa,
                             placidez de máscara noh,
                             ascenso a lo andrógino.


CANCIÓN DE AMOR

Aquí yazgo pensando en ti:

¡La mancha del amor
se extiende sobre el mundo!
¡Amarilla, amarilla, amarilla
roe las hojas,
unta con azafrán
las cornígeras ramas que se inclinan
pesadamente
contra un liso cielo púrpura!
No hay luz,
sólo una espesa mancha de miel
que gotea de hoja en hoja
y de rama en rama
desluciendo los colores
del mundo entero;

¡tú allá lejos
bajo el rojo zumo del oeste!



ELEGÍA EN VIDA

Intenta dibujar un león
y logra un perro,

cuando siente hambre cree
calmarla dibujando pasteles,

si dibuja una serpiente
le agrega patas,

al concentrarse
en un grano de mostaza, cabeza
de alfiler que crece en arbusto,
dibuja una higuera, lo estéril,
leño seco destinado al fuego.

                De preguntársele por qué,
hallaría que son confesiones, desajustes
documentando sus fallas,
                                   un orden visual
para simbolizarlas,

                         primero la imagen
de su débil fuerza en las ambiciones,
luego la de su vocación por lo ilusorio,
luego la de su placer de deformar,

                               y en conjunto la imagen
de su extravío, incapacidad
de ofrecer frutos legítimos,
                       tal un árbol que no los da
así haya estado siempre junto al agua.


EN LA AGONÍA ROMÁNTICA

En el mismo escenario
donde hasta avanzado el siglo
los enamorados todavía se buscaban
y estrechaban por lo idílico,
                                                    posándose
"cada día sobre la ramita
que puede morir",
                                elevóse gradualmente un marco
de gustos crepusculares,
                                                       por las prostitutas de lujo
                                                       titilante rococó,
                                                       baudelaireanas correspondencias,

      y allí acechaban
las Lou Andreas Salomé, Alma Malher,
proponiendo que a partir de sus romances,

exaltación de luminarias en ciernes
                                             (el casto Nietzsche, Rilke el joven,
                                             atraídos hacia la órbita de un texto
                                             diáfano ya la vez temible),
caducarían todos los estereotipos
femeninos hasta entonces conocidos,

                                              y en trance ya de esfumarse
                                              para siempre hasta el más leve
                                              rastro del bíblico infundio
                                              que asegura que la mujer no tiene
                                              potestad sobre su cuerpo.


OFICIO DE AMOR

De la intimidad que ahora nos asusta
Sale el pasado,
Sale la espléndida nostalgia,
Ejercicio callado del ocaso;
De la valuación de Dios en la plegaria,
Para que no estemos uno fuera del otro,
Saldrá la amenaza,
Celosa corrosión de los gestos
Interrumpiendo nuestro abrazo.

¡Oh manoseados sentimientos!
Más y mejor seré yo mismo
Cuando guarde de tu boca la idea
Y aunque ya no pase del existir a la presencia
Igualmente me verás contra tu boca
Vigilando la mudanza de los días
Hasta que, siendo como yo reliquia,
Me ayudes a evitar esta agonía.


OÍR UNO SU PROPIA SOMBRA

Repeticiones inútiles, verbosidad
en pleonasmos, redundancias,
tautologías,

                   garrulerías en las casas
amadas amando hasta el mirlo
que sobre ellas habla,

                                 ruidos continuados
aislándote, los arrullos
por sentimientos melancólicos
del tiempo otoñal,

                              cantinelas ensalzando
imposibles concordias:
                                           que al agua del pozo
le sea dado invadir la del río,
                                            que la cosecha pasada
y la nueva se unan.

Es mantener abierto el pico,
no puedan las palabras obstruirlo:
                               como leznas
dentro de una bolsa
(acaban por romperla).

Es el anverso
diáfano de la vida suavizando
las áreas hostiles,
                     la de los ojos turbios,
balbuceos lastimeros, orejas calientes,
vértigos de borrachos.

Es tu cotidiano ensayar,
                     mientras no suena la campana,

                                 no se haya ido la arena del reloj,
cómo hacer con discursos de aire
que el mundo de los felices
y el mundo del desdichado
no parezcan distintos.

De "Obra poética IV"


PERO SÓLO SON PENSAMIENTOS

Sólo los pensamientos
de quien por haber cedido a la fascinación
de idiotas de las familias, retratarlos
sin la caridad que provoca amistades,
se lo recrimina visualizándose
como algún Tolstoi chino, maestro de almas,
lo cuestionaría y reflejaría,
contrahecho, lisiado,
hombros que se levantan
por encima de su cabeza, mentón
en descenso hacia su ombligo,
dedos de más y de menos,
esforzados inclinarse de adelante atrás
remedando una actitud que propicia
la cavilación:
                           "Estoy en dificultades
porque tengo un cuerpo
y es mísero.
                       Cuando me falte,
¿qué dificultades podría tener?"

Pero sólo pensamientos
como tantos, un irse anticipando
al morir y la muerte,
a la sorpresa del miedo
de morir y la muerte,
                       como los tanteos
que en el pensamiento de Ivan Ilich
detectaba Tolstoi.


POEMA CON UN POEMA

        Del emperador
que desvalido se adormece
en su jardín,
                         tiene algo este
anciano a quien súbitamente
el deseo,
                  huésped no invitado,
vuelve, persiste en sacudirlo.

También se amodorra,
y los dos son como gatos,
                                           no les importa
                                           sino sobrevivir;

                      pero en su precario retiro
el viejo no enhebra canciones,
y en lugar de ir entreviendo
ejércitos que incendian y destruyen
concita sobre él un retorno
en procesión de bellezas
ahora agrias,
                           cada cual mostrándole
la forma de un triángulo
allí donde hubo un sexo,
                         todas
                         semejantes
                         a las tardías flores
                         que en el imperial jardín
                         aguardan el invierno.



PUERTAS ADENTRO


Como Blake con el tigre,
en tu gato no atiendes
a uñas, lengua áspera,
poblados pelos largos,
estrías blancas,
c lo que provocas desde confusa
f hermandad, la pretensión
de que en su vigor está el tuyo,
y de acercarle
elusivos discursos, soliloquios
para un no favorable
ni adverso ánimo,
sin cooperar, sin airadamente
estirarse indicando que apenas
cerraste postigos, cortinas,
él ya captó,
tu agitar antipatías, infatuaciones,
prontuarios de la menuda hojarasca
que en la sagacidad animal
pudiera disolverse,
apremio
por alguien que se mantiene
atado a su especie,
alcanzar
el par donde apoyarte, tu correspondiente;
como Blake y el tigre,
Poe y el cuervo,
Basho y la rana,
recluyéndote a pedir
el benjgno, consolador ajuste
de tu aliento, fatigoso golpe, desazón,
y la prescindencia del libre, que no juzga.


QUE TU MIRADA VAYA...

Que tu mirada vaya
dejando de separar
impresiones sensibles, afectivas,
de las meras formas,
                      y resbale, no coherente,
a despojar de relieve lo que encuentre,

                    indicaría cómo pierdes
el dominio sobre ella,
                            paralizado también
tu cuerpo en lo que hasta ahora fue:
                               manifestación y participación,
                    y en suspenso
la rutina del hablar y el pensar,
la exigencia de que hablar
y no pensar no se puede,
                               ni pensar callando.

Y más aun haría patente
un empezar a abandonarte
a lo suelto y espontáneo
como viento, como corriente,
                               viento y corriente,
no ya situaciones fijas, inmovilidad objetiva,

no ya dilemas,
                                sino un calmo estar
en el que te permitas verte
cazando pájaros con redes,
liebres con gestos,
                                irreflexivamente.



¿DEBE ENTREGAR A LA MUERTE EL HIJO AL PADRE?

Padres que alcanzan
su punto más alto de violencia
fríamente,
      sin denotarlo,
cuando compadecen a sus hijos,
cuando los acarician, aprueban,
no lamentándose de carecer
de un hijo sabio que los alegre.
Y padres
cuya violencia es vociferar
como a caballo de verdades
por ellos mismos inventadas,
genuinas porque así lo afirman,
y en disputa con el hijo sabio
que se resiste al consejo del padre.

Como Lear, resignados
a la imposición
de dolor e inoportunidades
a que el vínculo los reduce
vomitando siempre a solas
su violencia:
       "Si soy padre, ¿dónde
está mi honra?"
Y padres tolstoianos,
padres de huérfanos,
defensores de viudas, voluntades de simpleza y paz
que procuran apartarse de cualquier
iniquidad de los padres en los hijos,
pero que son llevados en peso
por vilencia y culpa toda vez
que engendran, contándonos en sus diarios
del momento de la paternidad
como equivalente al de comer uvas agrias.
¿Debe el hijo esperar, antes de irse
y abandonar los cuartos de la infancia,
que esta fanfarria se convierta
en distracciones, clisés
debe cargar con ellas su maleta
luego de echar de sí la ligadura
entregando el padre a la muerte?


PREGUNTARSE, CADA TANTO

      Qué hacer
del viejo yo lírico, errático estímulo,
al ir avecinándonos a la fase
de los silencios, la de no desear
ya doblegarnos animosamente
ante cada impresión que hierve,
y en fuerza de su hervir reclama
exaltación, su canto.
       Cómo, para entonces,
persuadirlo a que reconozca
nuestra apatía, convertidas
en reminiscencias de oficios inútiles
sus constantes más íntimas, sustitutivas
de la acción, sentimiento, la fe;
       su desafío
a que conjoremos nuestras nadas
con signos sonoros que por los oídos andan
sin dueños, como rodando, disponibles
y expectantes,
       ignorantes
de sus pautas de significados,
de dónde obtenerlas:
       y su persistencia, insaciable,
para adherírsenos, un yo
instalado en otro yo, vigilando
por encima de nuestro hombro
qué garabateamos;
       y su prédica
de que mediante él hagamos
florecer tanto melodía cuanto gozosa
emulación de la única escritura
nunca rebecha por nadie,
       la de Aquel
que escribió en la arena, ganada
por el viento, embrujante poesía
de lo eternamente indescifrable.
      Preguntárnoslo, toda vez
que nos encerremos en la expresión
idiota del que no atina a consolarse
de la infructuosidad de la poesía
como vehiculo de seducción, corrupción,
       y cada vez
que se nos recuerde que el verdadero
hacedor de poemas execra la poesía,
que el auténtico realizador
de cualquier cosa detesta esa cosa.


G. B.

Si uno es el hombre para la circunstancia
        -¿eh, viejo pugilista,
        cabeza de pájaro rapado?-,
puede lográrselo:
        perseverar
en contradicciones, juntar
lo incompatible,
        y con porciones
de cantos banales, referencias
a vaivenes afectivos, guías turísticas,
flores sobre una mesa, pormenores de chistes,
hacer que la consecuencia sean poemas:
                 lo diurno
y público asociándose a lo secreto,
arduo de soportar,
        como en tu voz, abierta
a tristes generalidades, certificados
de defunción para desconocidos, municipales
servicios de venéreas,
        y hacia la noche, trajinando
por la incertidumbre de lo real,
que auscultas en frío, musicalmente
mantenida en frío pues debe
enfriar la idea,
         y aun enfriarse
tanto que cualquier anhelo de unidad,
de negativa a distinguir qué tenemos
de figuras dobles, esfinges, centauros, cinocéfalos,
se desvanezca por quimérico:
         lo real ha de asirse
         como una nada que vemos
        y otra que no está ante nosotros.
Si se es el hombre indicado, precisamente,
cuando siéndolo no lo sea hay y aquí
porque adivina que su círculo se acaba
con él, se cierra con él mismo,
        y no se admitirá
como dueño sino de melancolías, furia de realizar,
titubeos.
        y sin repugnancia
ni adhesión par lo que produce;
precisamente, ¿eh, rapiñador
advertido de que no hay más que momentos:
                fugaces los éxtasis, arias
la dicha y la perdición?,
        como lo fijaste hallando
la expresión en una autopsia,
ratas jóvenes debajo del diafragma,
a la vez que discurrías de quitarte
del medio en verano, cuando lo diáfano reina.



EL HECHO DE SER TAL

1

Uno en lo que es,
        lo que es, rasgos
que se le dan por alusiones,
medias palabras, matices del sentimiento.

2

Como ser uno su casa,
legítimo dueño,
        y ser los huéspedes
que se van alojando, tumultuosos,
aplicados a confundirnos,
suplantarnos,
        y desvanes
donde uno guarda sobras.

3

Una entidad que al exhibirse
a si misma insinúa el rostro
de su esencia, efluvio
que acabará por volar,
        y un arte, el de en uno
todos,
        uno, el que separa
la arena y recoge el oro,
uno, el atento
al seducir de las flores,
excitarse de las hierbas.

4

El hecho de lo exclusivo
en lo que sea,
        y por instinto,
como agua que corre, flotar de nubes,
como planea el milano,
salta el pez, como ríe el cuervo.



ARIA CORTA Y LIGERA

La dispersión que sigue
a la concentración:

             fase en que los gritos
lastimeros van ahogándose,
y enmudeces,
quedas exánime, boca abajo,
balde, pote invertido,
                        balde, pote,
con residuos en el fondo,

                  y fase de cuando
te recobras,
                 reiteras
                 tu sobresalto
de caballo que respinga,
tasca el freno,
                      el definitorio, fugacísimo
estadio de recriminarte a ti misma
cómo la exclusiva riqueza
que el amor te concedió, mañosamente,
son las incompatibilidades,
              y por tu exclusiva culpa hiciste
que tu inocencia anduviera
a la zaga de la esperanza,
y ésta a la zaga del desánimo.



CABALISTA

Enseñó que el uno
es el punto,
            presupone
el vacío, ausencia de oposición:
                      el uno como todo,

y predicó que el dos, dual,
trae diversidad,
                extiende
el punto a línea,


y de ambas cifras
produjo la conciliación
en el tres, tríada,
                  como lo neutro, cópula del juicio.


Dónde ahora está
         -si es que en esa
espectral atmósfera subsiste
un ahora, hay un aquí-
              pudiera no aleccionar
más que de la cifra siete,
              sujeto para siempre a que detrás
de los siete velos de luz y tinieblas
escondiendo el rostro de la Divinidad
mora el fuego activo
              y vacíos sus prodigios del saber, arte vano
para que se descorra el interior del fuego.



POR LA VÍA NEGATIVA

Persevarar en lo equívoco.
           sin someterlo
al examen de sí, no,
verdadero, falso,

sin aparente menoscabo
por sus disyuntivas, distancias
que provoca entre juicios y hechos,
           el instinto de resistirnos
a impropiedades,
             la inteligencia herida
por inéditas asociaciones,

sin figurárnoslo
en imagen, en la condición de objeto:
              lo equívoco visto
como agujero al que se cae
inadvertidamente,
                 una criatura
con alas de brillante verde
intenso al posársenos,
alas mohosas al sacudirnos;


sin que nuestra
menesterosa observación advierta
cuando abandona el campo, acallándose,
             la instancia
en que de error pasa a ser su antítesis.



FAUSTICO

Al cerrar el libro
la consabida reminiscencia:
               ¡darse a una
Noche de Walpurgis propia!,


             beldades que maliciosamente
se le acercan, cortejan, excitan,
rozándole los hombros,
tocándole los talones,
                     Lamias semidesnudas
yéndose de entre sus dedos,
transformadas en viejas escobas,
polvorientos hongos,
deformes y delgados tirsos,
piñas por cabezas.


Trivial,

                        ¡querer de ese desfile, gozo
asistido por el cinismo y la furia,
una dádiva para su inmortalidad de lector,
mudable e inmutable,
como nube y como esfinge!


Pero no trivial
su obstinación, que a fuerza
de recorrerla la letra se le doblegue,
la mente no quiera ya disuadir,
            visibles y familiares
las marcas de un pie equino sobre la mesa.


JUEGO ALEGÓRICO


     Singular contradicción,
que a los mejores cazadores
en verdad no les seduce cazar,

     cumplen, es todo,
ni liebres ni fieras escaparían,

     mostrándose hábiles,
nunca se precian, en escena, coto,
entran como casualmente,
        sin intimar,
ensañamientos,
así que ante ellos las presas en ciernes
no busquen escondrijos, dilaciones hacia nada.

     Pero es que codician
logros más consistentes,
que no basta cobrar piezas, numerarlas,
y la cualidad de mejores los destaca
cuando luego de cazar ejercen
su derecho de gracia,
        eligiendo cuáles presas
la merecieron, siempre aquellas
que rehúsen salvarse, en nombre
de que el tiempo no hará distingos,
en común hollado por cazadores, víctimas,

      para ambos, la caza
como disgusto, el herir de unos
necesitado del restañar de los otros,

     a merced, ambos,
de idénticas noticias,
        pues, ¿les mandará la muerte
a decirles cuánto es amiga, consolarlos?,
        ¿les transmitirá
lo que cazadores, presas, quisieran,
bajo forma de mantras, plegarias, máximas
        que mejor entre los mejores
tiradores es quien sabe cada vez
no más que rozar la vida de sus presas?

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