Friday, July 13, 2007

JORGE CARRERA ANDRADE (1903-1978)




BOLETÍN DE VIAJE

Sobre el tejado del mundo
puso el gallo a secar su canción de colores.
La Luz era ya pesada como un fruto.

Sus tablas de la ley me entregó el campo.
De la misma madera de la cruz
estaba hecho el arado.

Era un anillo de dolor
la línea ecuatorial
en el dedo del corazón.

En la nave de veinte cornetas
embarqué mi baúl de papagayos
hacia otro extremo de la tierra.

Ardía el alfabeto de las constelaciones.
Giraban gozosos los puertos niños
en el carrousel del horizonte.

Se amotinaron los mares
y los cuatro vientos
contra mi sueño almirante.

Ancla: trébol de hierro.
Te arrojó el Capitán al continente antiguo.
Vi las torres cargadas con sus sacos de nubes
y las grúas cigüeñas
con su cesta en el pico.

Europa hacia andar con su ritmo de aceite
los arados mecánicos.
Con su pajita tornasol
la espiga chupaba el calcio.

Mas, toda la alegría del mundo
al subir por las chimeneas
se convertía en humo.

En la hoja en blanco de la harina
imprimían los molinos
la arenga proletaria de la espiga.

Las ciudades se hablaban a lo largo del aire.
Descubrí al hombre. Entonces
comprendí mi mensaje.



NUEVA ORACIÓN POR EL EBANISTA

Tú, que ibas con tu padre carpintero
a la altura, Señor, a cortar abedules
y hacías con tus ojos
parpadear los mil ojos diminutos del hacha
y con tus tiernas manos llorar a las cortezas,
ten piedad por este hombre que hizo plana su vida
como una mesa humilde de madera olorosa.

No conoció del mundo
más que su casa, pobre barco en tierra,
y dio a su corazón la actitud de una silla
en espera de todos los cansancios.

Guía, Señor, sus pies por los bosques del cielo
y hazle encontrar sus muebles de madera
más adictos que perros que no enseñan los dientes
y olfatean los seres de la noche...
En tu celeste fábrica dale para sus manos
la garlopa del tiempo
y virtudes de nubes con aserrín de estrellas.



BIOGRAFÍA PARA USO DE LOS PÁJAROS

Nací en el siglo de la defunción de la rosa
cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
Quito veía andar la última diligencia
y a su paso corrían en buen orden los árboles,
las cercas y las casas de las nuevas parroquias,
en el umbral del campo
donde las lentas vacas rumiaban el silencio
y el viento espoleaba sus ligeros caballos.

Mi madre, revestida de poniente,
guardó su juventud en una honda guitarra
y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos
envuelta entre la música, la luz y las palabras.
Yo amaba la hidrografía de la lluvia,
las amarillas pulgas del manzano
y los sapos que hacían sonar dos o tres veces
su gordo cascabel de palo.

Sin cesar maniobraba la gran vela del aire.
Era la cordillera un litoral del cielo.
La tempestad venía, y al batir del tambor
cargaban sus mojados regimientos;
mas, luego el sol con sus patrullas de oro
restauraba la paz agraria y transparente.
Yo veía a los hombres abrazar la cebada,
sumergirse en el cielo unos jinetes
y bajar a la costa olorosa de mangos
los vagones cargados de mugidores bueyes.

El valle estaba allá con sus haciendas
donde prendía el alba su reguero de gallos
y al oeste la tierra donde ondeaba la caña
de azúcar su pacífico banderín, y el cacao
guardaba en un estuche su fortuna secreta,
y ceñían, la piña su coraza de olor,
la banana desnuda su túnica de seda.

Todo ha pasado ya, en sucesivo oleaje,
como las vanas cifras de la espuma.
Los años van sin prisa enredando sus líquenes
y el recuerdo es apenas un nenúfar
que asoma entre dos aguas
su rostro de ahogado.
La guitarra es tan sólo ataúd de canciones
y se lamenta herid en la cabeza el gallo.
Han emigrado todos los ángeles terrestres,
hasta el ángel moreno del cacao.



MICROGRAMAS

COLIBRÍ


El colibrí,
aguja tornasol,
pespuntes de luz rosa
da en el tallo temblón
con la hebra de azúcar
que saca de la flor.

TORTUGA


La tortuga en su estuche amarillo
es el reloj de la tierra,
parado desde hace siglos.

GRANO DE MÁIZ

Todas las madrugadas,
en el buche del gallo
se vuelve cada grano de maíz
una mazorca de cantos.

MOSCARDÓN

Moscardón: uva con alas.
Con tu mosto de silencio
el corazón se emborracha.

NUEZ

Nuez: sabiduría comprimida,
diminuta tortuga vegetal,
cerebro de duende
paralizado por la eternidad.

CARACOL

Caracol:
mínima cinta métrica
con que mide el campo Dios.



LUGAR DE ORIGEN


Yo vengo que la tierra donde la chirimoya,
talega de brocado, con su envoltura impide
que gotee el dulzor de su nieve redonda,

y donde el aguacate de verde piel pulida
en su clausura oval, en secreto elabora
su substancia de flores, de venas y de climas.

Tierra que nutre pájaros aprendices de idiomas,
plantas que dan, cocidas, la muerte o el amor
o la magia del sueño, o la fuerza dichosa,

animalitos tiernos de alimento y pereza,
insectillos de carne vegetal y de música
o de luz mineral o pétalos que vuelan.

Capulí -la cereza del indio interandino-,
codorniz, armadillo cazador, dura penca
al fuego condenada o a ser red o vestido,

eucalipto de ramas como sartas de peces
-soldado de salud con su armadura de hojas,
que despliega en el aire su batallar celeste-

son los mansos aliados del hombre de la tierra
de donde vengo, libre, con mi lección de vientos
y mi carga de pájaros de universales lenguas.



XIX


Vendrá un día más puro que los otros:
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de las armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano,
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.



EL HOMBRE DEL ECUADOR
BAJO LA TORRE EIFFEL


Te vuelves vegetal a la orilla del tiempo.
Con tu copa de cielo redondo
y abierta por los túneles del tráfico,
eres la ceiba máxima del Globo.

Suben los ojos pintores
por tu escalera de tijera hasta el azul.

Alargas sobre una tropa de tejados
tu cuello de llama del Perú.
Arropada en los pliegues de los vientos,
con tu peineta de constelaciones
te asomas al circo
de los horizontes.

Mástil de un aventura sobre el tiempo.
Orgullo de quinientos treinta codos.
Pértiga de la tienda que han alzado los hombres
en una esquina de la historia.
Con sus luces gaseosas,
copia la vía láctea tu dibujo en la noche.

Primera letra de un abecedario cósmico,
apuntada en la dirección del cielo;
esperanza para da en zancos;
glorificación del esqueleto.
Hierro para marcar el rebaño de nubes
o mundo centinela de la edad industrial.
La marea del cielo
mina en silencio tu pilar.



VERSION DE LA TIERRA


Bienvenido, nuevo día:
Los colores, las formas
vuelven al taller de la retina.

He aquí el vasto mundo
Con su envoltura de maravilla:
La virilidad del árbol.
La condescendencia de la brisa.

El mecanismo de la rosa.
La arquitectura de la espiga.

Su vello verde la tierra
sin cesar cría

la savia, invisible constructora,
en andamios de aire edifica
y sube los peldaños de la luz
en volúmenes verdes convertida.

El río agrimensor hace
el inventario de la campiña.
Sus lomos oscuros lava en el cielo
La orografía.

He aquí el mundo de pilares vegetales
y de rutas líquidas,
de mecanismos y arquitecturas
que un soplo misterioso anima.

Luego, las formas y los colores amaestrados,
el aire y la luz viva
sumados en la Obra del Hombre,
vertical en el día

Thursday, July 12, 2007

ERNST WILHELM LOTZ (1890-1914)




G E D I C H T E



ERSTER TEIL
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I. GLANZGESANG
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GLANZGESANG


Vom blauen Tuch umspannt und rotem Kragen,
Ich war ein Fähnrich und ein junger Offizier.
Doch jene Tage, die verträumt manchmal in meine Nächte ragen,
Gehören nicht mehr mir.

Im großen Trott bin ich auf harten Straßen mitgeschritten,
Vom Staub der Märsche und vom grünen Wind besonnt.
Ich bin durch staunende Dörfer, durch Ströme und alte Städte geritten,
Und das Leben war wehend blond.

Die Biwakfeuer flammten wie Sterne im Tale
Und hatten den Himmel zu ihrem Spiegel gemacht,
Von schwarzen Bergen drohten des Feindes Alarm-Fanale,
Und Feuerballen zersprangen prasselnd in Nacht.

So kam ich, braun vom Sommer und hart von Winterkriegen,
In große Kontore, die staubig rochen, herein,
Da mußte ich meinen Rücken zur Sichel biegen
Und Zahlen mit spitzen Fingern in Büchern reihn.

Und irgendwo hingen die grünen Küsten der Fernen,
Ein Duft von Palmen kam schwankend vom Hafen geweht,
Weiß rasteten Karawanen an Wüsten-Zisternen,
Die Häupter gläubig nach Osten gedreht.

Auf Ozeanen zogen die großen Fronten
Der Schiffe, von fliegenden Fischen kühl überschwirrt,
Und breiter Prärien glitzernde Horizonte
Umkreisten Gespanne, für lange Fahrten geschirrt.

Von Kameruns unergründlichen Wäldern umsungen,
Vom mörderischen Brodem des Bodens umloht,
Gehorchten zitternde Wilde, von Geißeln der Weißen umschwungen,
Und schwarz von Kannibalen der glühenden Wälder bedroht!

Amerikas große Städte brausten im Grauen,
Die Riesenkräne griffen mit heiserm Geschrei
In die Bäuche der Schiffe, die Frachten zu stauen,
Und Eisenbahnen donnerten landwärts vom Kai. - - -

So hab ich nachbarlich alle Zonen gesehen,
Rings von den Pulten grünten die Inseln der Welt,
Ich fühlte den Erdball rauchend sich unter mir drehen,
Zu rasender Fahrt um die Sonne geschnellt. - - -

Da warf ich dem Chef an den Kopf seine Kladden!
Und stürmte mit wütendem Lachen zur Türe hinaus.
Und saß durch Tage und Nächte mit satten und glatten
Bekannten bei kosmischem Schwatzen im Kaffeehaus.

Und einmal sank ich rückwärts in die Kissen,
Von einem angstvoll ungeheuren Druck zermalmt. -
Da sah ich: Daß in vagen Finsternissen
Noch sternestumme Zukunft vor mir qualmt.



IN DEINEM ZIMMER

In deinem Zimmer fand ich meine Stätte,
In deinem Zimmer weiß ich, wer ich bin.
Ich liege tagelang in deinem Bette
Und schmiege meinen Körper an dich hin.

Ich fühle Tage wechseln und Kalender
Am Laken, das uns frisch bereitet liegt,
Ich staune manchmal still am Bettgeländer,
Wie himmlich lachend man die Zeit besiegt.

Bisweilen steigt aus fernen Straßen unten
Ein Ton zu unserm Federwolkenraum,
Den schlingen wir verschlafen in die bunten
Gobelins, gewirkt aus Küssen, Liebe, Traum.



DER TÄNZER

Ich weiß, daß ich in lichtem Traume bin,
Der mich bewege und mich himmlich quäle:
Ich tanze über blanke Treppen hin,
Die auf und nieder gehn durch weite Säle.

Ich gleite ungehüllt auf nackten Füßen,
Viel Lichter breiten mir den Schaukelgang,
Mein Körper biegt sich spielend in dem süßen
Gefühl der Wellen und der Glieder Drang.

Und meine Augen langen in die Runde,
Wo drunten viele Hundert Männer stehn,
Die aufwärts starren mit beschämtem Munde
Und lüstern meine rühren Reize sehn.

Vorüber tanze ich den langen Blicken,
Durchpulst von einem eigen=sichern Schwung:
Ich weiß, ich banne hundert von Geschicken
In meines Leibes weißen Wellensprung.

Die Wände dehnen sich. Die Sterne scheinen
Vereist herein. Getilgt sind Raum und Zeit.
Und aller Erde Mannheit, sich um mich zu einen,
Umwogt die runde Fahne meiner Mannbarkeit.



LICHT

Licht umzieht mich, umsingt mich,
Spielend lasse ich meine Glieder im Fließenden plätschern -
Ein blankes Bassin umspannt mich die Straße,
Weit, weich, wiegend,
Ich wasche mich ganz rein.
Aus euren Köpfen, ihr schwimmenden Straßenwanderer,
Die ihr nichts von mir wißt,
Gebrauche ich schimmerndes Augenweiß, meinen Leib zu bedecken,
Hell zu beschäumen,
Meinen jung sich hinbiegenden Schwimmerleib.
O wie ich hinfließe im Licht,
O wie ich zergehe,
Wie ich mich durchsichtig singe im Licht.



FRÜHLINGSATEM

Eine Liebesfrohheit hat meine Wangen rot gepudert.
Mein Atem mischt sich weich dem Tagwind.

Wo ich die Straßen betrete, sind sie zum Festzug bereitet,
Ein blumiges Schauvolk festschreitet und gleitet.

Menschen erwartungs=groß haben sich aufgestellt,
Aus allen Fenstern kommen Blicke zu mir sonntag=erhellt.
Mit bloßem Kopf und mit vor Jungkraft zitternden Zehen
Muß ich immer und immer wieder durch Sonnenstraßen gehen.

Ich habe ein fernblaues Mädchen am Ende der Straße erschaut,
Das liebruhelos Säulen von Sonnenstaub vor mir baut.

Und während ich gehe, geht in meiner Herzbrust jemand mit viel Und ruft: Wir werden heut küssen! (schnelleren Füßen.
Weichluft=umschlungen verzittert mein Jubelschrei hinab in die Brust.
Und mein Atem strömt ab in den Wind.
Von Dächern weht ein Gelächter.



DIE LUFT STEHT GRÜNVERSCHLEIERT

Die Luft steht grünverschleiert in der Sommerzeit.
Meine Fenster, die auf die Wasser zeigen,
Holen in ihre Rahmen herüber die Häuserbänke,
Die stromüber weiß in den Mittag schweigen.
Meine Zimmer saugen in sich volle Süßigkeit.
Und meine Augen, die in der lauen Luft entschweben,
Müssen ihr eigenes Leben im Blauen leben.



DER ZÄRTLING

Es werden Zeiten kommen, ernste, schwere,
Die mich umpacken mit beschwielter Hand,
Sie finden mich in unbereuter Wehre
Und Gliedern, solchen Zwanges unbekannt.

Dann werd´ ich hingewühlt in Betten dämmern,
In Traumflucht hüten meinen müden Sinn
Und an der Adern matt gewohntem Hämmern
Verzärtelt wähnen, daß ich lebend bin.

Und Tage werden nah vorüberschreiten,
Freigütige Hände nach mir ausgestreckt,
Ich aber, in des Blites Heimlichkeiten
Versponnen, träume weiter ungeweckt.

O ernste Träume werden mich durchhallen,
Und Sonnen werden pendeln durch mein Blut
Und junge Sterne sich zusammenballen
Um mich, gesäugt von meiner Schöpferglut.

Es werden Zeiten kommen, ernste, schwere,
Doch ich entgleite ihrer harten Zucht
Und gründe fern, in selbstgewollter Leere,
Ein Haus, durchdröhnt von meiner Träume Wucht.



BEGREIFT

Von Dumpfheit summt das halbe Kaffeehaus,
Das halbe ist getaucht in weißes Glühen
Und flackert in den Lampentag hinaus,
Wo dünne Nebel an die Scheiben sprühen.

Es wollen ernste Freunde mich bedeuten,
Ich sei zu leicht für diese Gründerjahre,
Weil ich, statt kampfgenössisch Sturm zu läuten,
Auf blauer Gondel durch den Äther fahre.

Ich sah bisher nur Zeitungsfahnenwische
Und warte längst auf Barrikadenschrei,
Daß ich mich heiß in eure Reihen mische,
Besonnt vom Wind des ersten Völkermai!

Den Kopf ganz rot, malt ihr Kulissenbrand
Und überträumt die Zeiten mit Besingung.
Begreift: Ich wirke, spielend freier Hand,
Mein helles Ethos silberner Beschwingung.



DER SCHWEBENDE


Meine Jugend hängt um mich wie Schlaf.
Dickicht, lichter-berieselt. Garten. Ein blitzender See,
Und darüber geweht die Wolken, die zögernden, leichten.

Irrlichternd spiele ich durch greise Straßen,
Und aus dem Qualmen toter Kellerfenster
Lacht dumpfe Qual im Krampfe zu mir auf.

Da heb ich meine lächelnd schmalen Hände
Und breite einen Schleier von Musik
Sehr süß und müde machend um mich aus.

Und meine Füße treten in den Garten,
Der Abend trank. Die Liebespaare, dunkel, tief, erglühend,
Stöhnen, verirrt ins Blut, auf vor der Qual des Mai.

Da schüttle ich mein weiches Haar im Winde,
Und rote Düfte reifer Sommerträume
Umwiegen meinen silberleichten Gang.

Blaß friert ein Fenster, angelehnt im Winde,
Draus heiser greller Schrei und Weinen singen
Um einen Toten auf der dunklen Fahrt.

Ich schließe meine Augen, schwere Wimpern,
Und sehe Ländereien grün vor Süden,
Und Fernen zärtlich weit für Träumereien.

Ein glänzend helles Kaffeehaus, voll Stimmen
Und voll Gebärden, lichtet sich, zerteilt.
An blanken Tischen sitzen meine Freunde.

Sie sprechen helle Worte in das Licht.
Und jeder spricht für sich und sagt es deutlich,
Und alle singen schwer im tiefen Chor

Drei Worte, die ich nie begreifen werde,
Und die erhaben sind, voll Drang und Staunen,
Die dunkle Drei der: Hunger, Liebe, Tod.



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II. WOLKENÜBERFLAGGT
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WOLKENÜBERFLAGGT


Blei=weiß die Fläche, wolkenüberflaggt,
Darein zwei Segel schwarze Furchen graben.
Zwei Uferbäume ragen hochgezackt,
Die frühes Traumgrün auf den Zweigen haben.

Zwei Hunde keuchen übers Ufergras
Und wollen eine heiße Stunde jagen.
Zwei Schüler kommen, schlank und bücher=blaß,
Die scheue Liebe wie zwei Leuchter tragen.

Ein junger Dichter wacht auf einer Bank
Und spricht, die Hände um sein Knie gefaltet:
"Wie sind die Dinge heute sehnsuchts=krank!"

Und als er aufblickt, hat sich neu gestaltet
Die Welt und ist erschütternd tränen=blank, -
"Was", ruft er, "hat mein Herz denn so zerspaltet!"



ICH FLAMME DAS GASLICHT AN

Ich flamme das Gaslicht an.
Aufrollendes Staunen umprallt die vier Zimmerwände.
Ich fühle mich dünn in der Mitte stehn,
Verkrampft in Taschen klein meine Hände,
Und muß dies alles sehn:

Die Mauern bauchen aus, von Dröhnen geschwellt:
Die Tafeln von Jahrtausend=Meistern dröhnen in ihren Flanken,
Von Halleluja=Geistern hinziehend musizierende Gedanken!
Ich erblicke mich schwimmend klein da hinein gestellt
Mit winzigem Stöhnen und Krampf
Vor solchen wogenhaft wuchtenden Tönen
Und solchem siegsicher schwingenden Wolkendampf!

O so Gott zwingende Werke!
Ein spitzer Pinselstrich zerstiebt mich blind
Mit machtheiterm Wind und lässiger Stärke!

Meine Brust empört sich über dies brausende Sein.
Tief ziehe ich die Luft der Wände ein
- Diese Flut, diese Glut! -
Und stoße sie aus mir mit Husten und Speien:
Blut! Blut!

Und versinke durch eisdurchwehte Nächte.
Und weiß, der Tod reckt unten seine Arme aus. -
Doch über mich hin fährt ein Gebraus
Springender Hufe und Leiber und sonnhafter Prächte und Mächte!



WEISS ÜBER DEN WEITEN . . .

Weiß über den Weiten
Blendet das Meer.
Und blaue Wolken rauchen,
Stets mit den Gezeiten
Segel=fächert ein stürmend großer Traum daher.
Und hält dumpf schattend. Die See geht schwer.
Aus dürren Masten hörst du graue Stimmen fauchen.
Dann ebbt es weg. Und deine Angst, die dich umschnürte,
Wird Sehnsucht, die Musik mit weichem Strahl berührte. -
Verstört fühlst du die Segel untertauchen.



SCHLAF=WACH

Zum Schlag der Nachtuhr schwingt mein Blut das Pendel.
Ich liege ausgereckt.
Und warte atmend. - Stunden rauschen auf.
Und jede Stunde hält ein kreisendes Licht.
Ein tief bedeckter Gang zeigt in die Ferne,
Vom Stundenlicht bedämmert.

Mein Auge starrt beglänzt.

Nachthelle Stunden!

Ihr könntet summen, getragen auf Akkorden,
Dom=hallend, weit, durch Türen, Läden und Stille
Herschwingende, versponnene Musik.

Die Nacht ist bunt und glücklich.
Vor meinen Augen baut sich ein taumelndes Kugelspiel aus Glaskugeln.

Mit weichen Glöckchen macht sich ein Ohrengeklingel.

Dann zupft sie hoch aus wasserrauschenden Bäumen
- Das wogt und fächert -
Viel erdbeergroße rote Beeren herab.
Sie spielt damit umher und schnellt sie und fängt sie
Und singt verweht einen Kinderreim.
Und nimmt sie zusammen und reiht sie und schwingt sie
Im Kreis bunt und rund
Und wirft sie um meinen Mund. -

Rotglühend brennt ein lutschend=süßer Kuß!

Die Nacht ist bunt und zeitlos glücklich.



ABENDSPIEL

Die kleinen Kinder sitzen auf den Stufen vor dem Haus,
Sind eng gerückt und spielen Große, die sich streng besuchen.
Manchmal fällt einem Mädchen ein Lachen aus dem Halse heraus.

Ich spiele auch. Ich spiele ein herzkindliches Spiel.
Ich spiele eine Kette von Kindern, einen rosinfarbenen Kranz,
Hinauf in die trunkene Luft, in der Sonne Untergangspiel.
Ich spiele mich eifrig und heiß und rot und werde leuchtend in unnatürlichem Glanz,
Mein Werkstaunen schwillt übergroß und wird mir zuviel: -

Stark in den Wolken hinschwingendes Lichten
Werf ich, jäh frei gekrallt aus meinem Leib, mein Herz, das
Flammen facht!
Zerdonnernd dumpf verschwimmt das Höhenspiel zu bleichen
Schichten,
Und wo ich hintraf, steht ein großer Stern und leuchtet und
ist ein tiefes Auge in der Nacht.



UND SCHÖNE RAUBTIERFLECKEN . . .


Bist du es denn?
Groß aus dem Weltraum nachts, der Spiegel ist,
Tönt dein zerwhtes Bildnis in meine Seele.
Die Sterne durchziehen harfend deine Brust.
Du aber . . .

Du glänzt vielleicht vershnt im weißen Federbett,
Traum liegt dir hart im Schoß. -

Oder ein junger Liebling
Zieht fühlsam mit zeichnendem Finger
Die festen Runden deiner Brüste nach.
Ihr seid sehr heiß,
Und schöne Raubtierflecken zieren eure Rücken.



ICH SCHLEPPE MEINE STUNDEN


Laß mich meine Hände um deine Gelenke spannen
Und meine Stirn an deine Schulter lehnen,
O du umträumte Geliebte!

Ich schleppe meine Stunden durch Straßen, Kontore und windige
Treppenhäuser,
Und alle Augen, die mir begegnen, sind begauchte Scheiben,
Hinter denen, in Rechner=Folianten geduckt,
Ein Seelen=Jemand vor grün verdeckter Lampe dämmert.

Mädchen, wenn ich meine Augen in deine warmen Hände presse,
Dann steigt so dunkel und weich um mich auf,
Daß ich träume, ich sei bei meiner Mutter,
Tief bei meiner Mutter in der Blutnacht.



SPÄT ÜBER DEN HÄUSERN

Spät über den Häusern,
Wann die Dächer von Farben tropfen,
Kniest du bei mir am Fenster auf dem Schemel.
Ein Wundern bebt in mir,
Ich fühle deine Pulse klopfen,
Als lebte dein Blut in mir. -

Kannst du das fest begreifend sehen:
Wie ich am Fenster lehne
Und, weich beglüht,
Die Arme in das Licht hinüberdehne.
Mit meinen Fingern pflück ich aus den grünen Grüften
Die kleine abendfarbne Tanzmusik vom Kaffeehaus.
In meinen Händen wird sie groß und lodert in den Sommerlüften.

Auf einmal wächst vom goldnen Horizont,
Weiß, riesengroß und spät besonnt,
Dein hingeträumter Leib heraus:

Da spanne ich meine Arme weit
Durch bunt verhängte Abenddämmerungen
Um deines Leibes Traumverlorenheit,
Mädchen! und halte dich dort über Dächern und der Zeit,
Wie hier am Fenster, märchenhaft umschlungen!



DEINE HÄNDE

Jetzt bin ich lüstern nach deinen Händen.
Wee sie die meinen begrüßend drücken,
Können sieweltraum=staunend beglücken.
Deine Hände führen ein selbstgewolltes, stilles Leben,
Ich habe mich deinen Händen ergeben!
Nun dürfen sie mich begreifen und fassen,
Zu deinen Höhen, mit Blicken nach Weiten,
Mich geschenkgütig heben.
Spielerisch aber werden sie mich übergleiten
Und am Weg hier liegen lassen.



AN ERNST STADLER

Ich grüße dich in der Ferne, ich begrüße deine weit spannende Nähe!
Du, den ich nicht kenne.
Aber ich sehe und erkenne hell deine ziehende Stimme
Hin durch die Abendzonen meines frühen Grams:

Die braunen Länder, die von Wolken triefen,
Sind noch vom Weilen meiner Füße jung,
Von Wünschen schwebend noch, die leuchtend aus mir riefen,
neu war das Meer, das sich dahinter weitet,
Darüber noch von jüngster Fahrt beschwingte Dünung kreisend gleitet.

Meine Stimme, in deine Bezirke verschlagen,
Ward ergriffen, begriffen von dir
Und reif und gereinigt mir zugetragen.

In mancher Stunde verwitterter Nacht;
Bevor ich wußte von deinem durchbluteten Wesen,
Habe ich dich erdacht und lebendig gemacht
und deine Bruderverse mir vorgelesen.

Und als ich dich sah, atmend nah, hell und zu glühenden Worten gekühlt,
Wußte ich: Alles ist da! Alles lebt, was man mit Wünschen erfühlt!



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III. BILDER
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DIE HEIDE=TOURISTEN

Sie liegen wie gemäht im Heidekraut.
In ihren Köpfen stecken kurze Pfeifen.
Rauch quillt. Verweht. - Ein harter Mittag blaut.
Licht glüht herab in breiten Strahlenstreifen.

Einer sitzt wach mit vorgestrecktem Haupt.
In seiner Hand blinkt eine Mandoline.
Sein Blick stößt vor, daß er der Landschaft raubt
Ein braunes Lied, das seiner Shnsucht diene.

Um ihn die Schläfer träumen von der Stadt.
Der Traum warf sie zurück in ihre Zinnen,
Ins Trübe, das sie sonst umdüstert hat.
Die helle Heide sank von ihren Sinnen.

Doch jeder hat sein Mädchen dort. Das brennt
jetzt rötlich auf in ihren müden Hirnen.
Und der, der einsam wacht und sieht, erkennt
Das kleine Licht auf ihren braunen Stirnen.

Und stark in gelbe Ferne späht er wieder.
Schwül wogt sein Blut und trübt ihm sein Gesicht. -
Hell auf den Höhen stehen viele Lieder,
Doch er ist sehnsuchtsblind und sieht sie nicht.

Die Mandoline blinkt auf seinen Knien.
Noch stumm und wartend, da die andern wachen.
Und langsam folgt er, als sie weiterziehn.
Und sonderbar tönt ihm ihr gutes Lachen.



ELBSTRAND


Der Strand glänzt prall besonnt und badehell.
Es wimmelt um die Zelte wie von Maden.
Die aufgesteckte Wäsche blendet grell,
Und Mondschein kommt von Leibern. welche baden.

Vom Meere weht ein Wind mit Salz und Teer
Und kitzelt derb die Stadt=verweichten Lungen.
Da springt ein Lachen auf dem Strand umher.
Und unvermutet redet man in Zungen.

Eingroßer Dampfer kommt vom Ozean.
Stark ruft sein Baß. Die Luft wird plötzlich trüber.
Man drängt ans Easser kindlich nah heran.
Ein Atem braust. - Die Woermann schwimmt vorüber.

Die Zeltstadt glänzt bevölkert wieder bald.
Wir schreiten langsam durch die hellen Reihen
Und hören hier: es kam ein Palmenwald,
Ein ganzes Land mit Düften, Negern, Affen, Papageien.



ERSTER MAI


Gesang der Scharen, vom Frühling geschürt, das wiegende Schreiten
gegliederter Prozessionen,
Schwank durch die Gartenbäume flammten ihre Farben, heiß und
vom Winde geschleift,
Irr in den Lüften taumelten ihre Worte, ihr Haß und ihr Traum
von zerbrechenden Thronen,
Kühn, maßlos war der Frühling zum Blühen und war verwintertes
Blut zu drohendem Atem gereift!

Klirrend erwachten aus Häuserfenstern verzickelte Bärte,
Kaum erfühlbar geschüttelt von blaß gerötetem Staunen ihr schüch-
terner Halt,
Brillenpepanzerte Professoren blinzelten schreckliche Härte
Und kauten manierliche Worte, belegt mit Attacken, mit Waffen,
Qualm und Gewalt!

Aber die Jünglinge, wirr entsprungene Söhne der fenstergehaltenen
Alten,
Folgten mit ängstlichem Wundern von ferne den schwer Fort-
ziehenden nach,
Und sie fühlten sich heldisch durchglüht, als sie verstohlene Fäuste
in Taschen ballten,
Leuchtend von Träumen des Tages, der Barrikaden und Flammen
versprach.



DER PROPHET


Du schwankest gramvoll durch die Stadt, von Leuten
In Zobel und dem grauen Volk verhöhnt,
Und achtest scheu, wie sie Verlästrung deuten
Nach deinem Haupt, von Jahren grau gekrönt.

Plakate tragen sie, Karikaturen
Auf dich, der mühsam tastet Schritt für Schritt,
Sie folgen kichernd deinen Spuren
Und lockend tuscheln deine Freunde mit. -

Hell ein Barbier aus seinem Laden tänzelt,
Er schlägt das Seifenbecken mit der Hand.
Ein Schneidermeister kommt herangeschwänzelt
Und mißt zum Spott dich mit dem Meterband.

Ich messe, ruft er höhnisch , Ihre Größe,
Ein Kilometer reichte kaum! - -
Aufbäumt sich wiehernd ein Getöse
Und füllt mit Echo hoch den Straßenraum.

Ein großer Kaufmann schwenkt mit dem Zylinder,
Verbeugt sich tief und höhnt: Herrlichkeit! -
Das war ein Spaß für Narren und für Kinder.
Sie klatschen wild. Du gehst. Sie folgen breit.

Schwarz ist die Straße ganz von ihrem Drängen,
Wie Aufruhr laut und toll wie Karneval.
Die Tollheit brach aus träg gewohnten Strängen
Und feiert dir ein Narrenbacchanal.

Ihr kommt vorbei an hohen Kirchenstufen.
Du steigst hinauf. Dort bleibst du staunend stehn.
Tief, völkerstimmig btrandet an ihr Rufen,
Wie hohes Meer geht ihrer Mützen Wehn.

Dann zischen sie nach Stille in der Runde.
Ein Schweigen kocht und summt zu dir heran.
Und lüstern starren sie nach deinem Munde:
Ein Wort vom großen, spottverhaßten Mann!

Fanatisch, wie die Blicke an dir saugen!
Sie fiebern schon. Und warten gierdesteif.
Und sind gebannt von deinen Strahlenaugen.
Sind fromm. Und sind für deine Größe reif.

Wie liebe Kinder sind sie anzusehen,
So folgsam nun, als vorher übertoll. -
Ganz vorne konnte man ein Wort verstehen,
Das dir entfiel: Gott! Sie sind wundervoll!



DIE STRASSE

Auf violetten Dünsten schwimmen Lichter
Von brennend hohem Gelb. Du tauchst hinein,
Gewirbelt blindlings in ein Meer Gesichter,
Blaß, atmend nah. Versinkst. Und bist allein.

Nur du. Zum Prüfen fühlst du deine Hände
Und weißt, du träumst. Der Traum steigt weiß empor.
Vor dir erkennst du steile Straßenwände,
Behängt mit seltsam hellem Lichterflor.

Dein Ohr ist zu. Nur deine Augen fühlen.
Quer zeigt die Straße durch den Sternenwald.
Die Sternenzweige, die vorüberspülen,
Bildtäuschen Göttergesten und manche Tiergestalt.

Du selbst ein Stern. Du tönst. Dich kannst du hören
Hinklingen durch das All. Du träumst und schwimmst
In Töne=Träumen, die dich leuchtend schön betören,
Daß du sie für den andern Wohllaut nimmst.

Wo ist die Sonne, die dich zirkelnd bindet?
Versäumt. Du steuerst fort. Es ist zu spät.
Um deine Feuerbahn nachschleifend windet
Sich hell ein Schweif. - Stürm glühend fort, Komet!



KLEINE STERNE

Die Straße dehnt sich lang in rote Ferne.
Die Lampen glühen prall das Pflaster an.
Ich blick hinauf. Sehr dringend. Doch die Sterne
Sind lichtverwischt und zeigen sich nicht an.

Das macht mich traurig in der lauten Gasse.
Doch ich bin jung und gräme mich nicht gern.
Ich schau umher. Und finde lauter blasse,
Totmatte Augen. Keinen Augenstern.

Entmutigt lass´ich mich vom Strome treiben,
Die Hände tief in Taschen, durch die Stadt.
Und weiß, ich werde heute Verse schreiben,
Verhängt wie Sterne und wie Augen matt.



ERSCHEINUNG

Ich tanze die Treppen herab mit federnden Sehnen,
Mit glänzend geöffneten Augen fühe ich Straßen hin.

Aber der Tag ist schwierig im Winterdämmer.
Die Straßen biegen aus und flackern davon.
Ein Schatten überspringt mich, ein schmerzliches Wundern:
Die Wagen und Autos meiden mich in Flucht,
Die Straßenbahnen kreischen auf in den Strängen,
Um die Ecke schnellend läuten sie Not.
Und Menschen, schwarz, heftig und windgeweht,
- Ihr rot umworbene Richter meiner Empfindungen! -
Stürmen vorüber, wii fuchtlend mit Fluchtgebärde,
Steif zeigen Finger nach meiner Stirn.
Und alles, was da war, begriffen, ungreifbar,
Staub hebt sich auf und begibt sich von dannen!

Nur - o Traum besonnter Beruhigung! -
Ein Fenster im Dach - Auge, blinkend verirrt!
Scheibe, zerscherbt und der Armen Lichtschenker! -
Hält sich, gern gebend, plötzlichem Strahl der Scheidesonne hin.
Rührend empfangen, senkt sich der Funke auf mich,
Daß ich in Geleucht starr stehe wie ein Gott in der Fremde. -

Kommen da nicht aus allen Winkeln,
Den Türen, den Läden, den Fenstern und Wagen,
Aus schwarz quellender Fülle der Torwege,
Aus Seitenstraßen, wo Janhagel pfiff -
Still flackernde Augen her, her zu mir?

Das, was ich suchen ging: Suchende Augen!
Was mich erschüttert und emporfedert!
Was mir wie schluchzendes Jauchzen nach innen schlägt:
Gefundene suchende Augen!

Hell schwimmen sie mir entgegen, glitzernde Wellen.
Ich bade mich, umtastet von ihrem Staunen.

Heilig frierend, bin ich der Sieger, bin der Prophet und der König. -
Denn seht: Ich schöpfe die Frage aus euren Augen, den Glanz
und das Leben.



MOTIV AUS DER VORSTADT


Da nun die Stadt im fahlen Dampfe lagert
Und schwebend überwölkt von gelber Glocke,
Gehalten von den Lichtern tiefer Mauern,

Da dünn der Mond und wirklos in den Wolken magert
Und merklos spärlich manche Winterflocke
Herniederschneit und bleicht und schmilzt nach kurzem Dauern:

Wer hilft mir tragen dieses matte Scheinen
Unwirklicher Gebärden solcher Nächte!
Wer zündet mir den Schrei, der dies Gewebe

Traumzager Mächte zerreiße und diesen bleichen, feinen,
Spinnfadendünnen Gesichtern Zerrüttung brächte:
Daß pötzlich groß und glutdurchzuckt die Nacht auflebe!



ZWEITER TEIL
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IV. SÜDEN
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GEBT MIR PARKETT.
ICH WILL DEN GANGES TANZEN...


Gebt mir Parkett. Ich will den Ganges tanzen.
Ich bin beschwingt und reif entkernt.
Von meinen Füßen kreisle Wüstenwind
In eure Unterröcke, sanfte Damen.
Ich höre Sommer brodeln. Und die Affen
Schrieen die ganze Nacht in meinem Haar.
Mein Mund ist heiser von dem Rot der Wünsche,
Und meine Wellenhand ist blank vom Krampf. -
Fallt, Uferlose! Oder atmet Süden
Aus meiner Lenden hochgestrengtem Rausch! -
Ihr dumpfen Feine meiner Leidenschaft:
Ich weiß von Gott nichts als das Amen,
Das meine Stirn im Niedersinken lallt,
Wenn glänzend fremde Zonen sich besonnten.
Und mein Gebet ist das besternte Staunen,
Das ich nicht safen darf: - Denn alle Weiten
Der Ebenen, Meere und der Liebe Blutgestammel
Traten wie Traum heraus vor meinen Mund.



IN GELBEN BUCHTEN SOGEN
WIR DER FERNEN...


In gelben Buchten sogen wir der Fernen
Verspülte Lüfte, die von Städten wissen,
Wo Lüste grünen, angerührt vom Wahnsinn.
Wir schwammen auf dem Fieberschiff stromauf
Und sonnten unsre Leiber an dem Buhlen
Waldheißer Panther, die der Sommer quält.
Der Klapperschlange nacktes Schlammgeringel
Wand sich verstört, als wir vorüberkamen,
Und in verschlafnen Dörfern gurgelte die Lust.
Ein warmer, satter Wind strich durch die Palmen. -
Ich sah dich weiß von Schlaf.
Und als ich von dir ebbte, hochgehoben
Von meinem stolzen, satt gestürmten Blut:
O Sturm der Nächte, der mich blutwärts zog
Zu kühnen, nie entdeckten Ländergürteln!
O schwül Geliebte! Strom der Geheimnisse!
Verschlafnes Land! Im Süden! O Sommer=Qual!



TORKELTE MIR VOM KOPF DER
SCHLAF...


Torkelte mir vom Kopf der Schlaf,
Stieß ich das Fenster auf in die Nacht,
Kamen die Süchte mit schneidendem Flügelschlagen
Und haben im Niederstürzen mich brandig gemacht.

Daß die Abende dürftiger flammen!
Und die Nächte windig und düster durchbrannt! -
Ehemals in verschlafenen Wasserbuchten
Weiß kamen die Träume und zitterten silbern zum Sand.

Zogen die Vögel in sonnigen Streifen
Unter dem Nachtlicht, nach Norden verweht,
Unsere Glieder tranken das Buchtengrün,
Und die Wälder der Tiefe vermählten uns spät. -

Haben wir uns im Rausche verloren,
Müde verspült vom Wasser, als Schlaf auf uns fiel? -
Meine Gesänge durchhallen die Meere
Und rufen nach Dir, meine Nächte versilberndes Spiel!



DEINE HAARE WAREN MIR SOMMER
UND GARTENGLÜCK...


Deine Haare waren mir Sommer und Gartenglück,
An die Vorstadt gebaut. Weite und Wehen.
Da fand ich Traum und Körper. Und den Wind,
Der meine frühen Nächte überflammte. -
Nun gleite ich manchmal kühl in Booten,
Mit hartem Hals:
Und ich begreife, daß ich einsam bin.



ICH BIN EIN HAUS
AUS TIEF GEFÜGTEM GLAS...


Ich bin ein Haus aus tief gefügtem Glas.
Nun kommen alle Menschen, kühl wie Schatten,
In meine Brust und feiern weiche Feste.
Glanz, meine Kuppel, die im Klaren tönt,
Ein leiser Riß durchzittert ihre Stimme:
Du Ferne. Gleitende. Du Klang im Wind!

Die Wagen, die in wachen Straßen
Schwebten,
Wissen um deinen Gang
In zager Nacht.

In dunklen Türmen, die den Abend riefen,
Versammeln sich die ungekühlten Fernen:

Ich wünsche Dich!
Das Eis zerriß in Schollen:
So schrieen meine Hände
Nach dem Zwei!

Schon krönten junge Lauben meinen Schlaf,
Doch schrille Lichter blendeten den Frühling. -
O Taumellose. Groß. Im Städtewald!



WIR FANDEN GLANZ, FANDEN EIN MEER,
WEKSTATT UND UNS...


Wir fanden Glanz, fanden ein Meer, Werkstatt und uns.
Zur Nacht, eine Sichel sang vor unserem Fenster.
Auf unsern Stimmen fuhren wir hinauf,
Wir reisten Hand in Hand.
An deinen Haaren, helles Fest im Morgen,
Irr flogen Küsse hoch
Und stachen reifen Wahnsinn in mein Blut.
Dann dursteten wir oft an wunden Brunnen,
Die Türme wehten stählern in dem Land.
Und unsre Schenkel, Hüften, Raubtierlenden
Stürmten durch Zonen, grünend vor Gerüchen.



EINE FRANZÖSIN IM SÄCHSISCHEN
SCHWARME...


Eine Französin im sächsischen Schwarme,
Kühne Frühlinge züngelt ihr Blick,
Seichte Gewässer
Spielen die Finger über den Tisch,
Träumen die Winde von ihrem Gelächter,-
Doch das Café, die Musike und wir und mein flackernder Stift
Kreisen belichtet, verebben, mit Bücklingen fließend,
Und lassen gekräuselt
Im Lächeln Madonna zurück.



NACHTWACHE. ROT.
EIN ATEM RINGT IN UNS...


Nachtwache. Rot. Ein Atem ringt in uns.
Ein Wind will auf. Voll Freude, Heimweh=Schluchzen.
Wir suchen irr. Nach Fleisch, nach Welt. Nach Lachen.
Wir sind umragt von uns.
Der Durcjbruch stockt. Die Fesseln. Schwer das Blut.
Versenkt die Brunst, die stöhnt und aufwärts möchte.

Wir wollen Glanz und Weite, helle Höhen,
Vom Meer umweht. Und Küsse, tief ins Fleisch
Lechzende Jagd durch flammende Gebirge
Nach Panthern, Affen, Frauen
Und nach Schlaf.
Nach süßen Nächten, die uns schlafen lassen.
Wir sind nach Inseln toll in fremden Welten.
Denn wir sind außer uns: Vorunsrer Enge!
Und bauen immer heiß an unserm Traum.



MEINE NÄCHTE SIND HEISER ZERSCHRIEEN...


Meine Nächte sind heiser zerschrieen.
Eine Wunde, die riß. Ein Mund
Zerschneidet gläsernes Weh.
Zum Fenster flackerte ein Schreiherein
Voll Sommer, Laub und Herz.
Ein Weinen kam. Und starke Arme drohten.
Ein Gram schwebt immer über unsern Nächten.
Wir zerren an den Decken
Und rufen Schlaf. Ein Strom von Blut wellt auf
Und spült uns hoch, wenn spät der Morgen grünt.



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V. JUGEND
________________________________________

HART STOSSEN SICH DIE WÄNDE
IN DEN STRASSEN...


Hart stoßen sich die Wände in den Straßen,
Vom Licht gezerrt, das auf das Pflaster keucht,
Und Kaffeehäuser schweben im Geleucht
Der Scheiben, hoch gefüllt mit wiehernden Grimassen.

Wir sind nach Süden krank, nach Fernen, Wind,
Nach Wäldern, fremd von ungekühlten Lüsten,
Und Wüstengürteln, die voll Sonne sind,
Nach weißen Meeren, brodelnd an besonnte Küsten.

Wir sind nach Frauen krank, nach Fleisch und Poren,
Es müßten Pantherinnen sein, gefährlich zart,
In einem wild gekochten Fieberland geboren.
Wir sind versehnt nach Reizen unbekannter Art.

Wir sind nach Dingen krank, die wir nicht kennen.
Wir sind sehr jung. Und fiebern noch nach Welt.
Wir leuchten leise. - Doch wir könnten brennen.



WIR WACHEN SCHON EIN WENIG
HELLER AUF...


Wir wachen schon ein wenig heller auf,
Wenn uns der Mittag um die Stirnen lodert,
Wir sind schon etwas kühner und heißer gespannt.

Wenn wir im Spiegel erstrahlen, noch jung von Schlaf,
Unsre Glieder belastend, prüfend das Spiel unsrer Sehnen,
Sehen wir jedesmal silbriger uns erstarkt.

Die Häuser kommen, gefaggt mit Licht,
Leicht und befedert trägt uns das Pflaster,
Alle Passanten flammen auf und sind nah.
Elektrisch fühlen wir: Wir sind da!

Wir können schon sehen.
Wir können verstehen.
Wir können schon zeichnen
In unsern Augen,
Hart und zum Schreien wahr.

Und unterscheidend, entscheiden wir uns:
Wir haben uns unsre Verachtung gemerkt, schneidend,
Und unser Ja.
Nachts,
Heimlich,
Kommen wir mit unsern Brüdern zusammen.

Wir haben den Wein aus dem Kreise verbannt:
Rausch ist unsre Gemeinsamkeit, unser Wunsch und das Schweben der Tat,
Eide umflackerten unsre Heimlichkeit.

Ein Wille schießt aus uns. - Erblaßt vom Warten:
Wir wissen schon den Tag. Wir fiebern schwer.

Und sind verdammt, verschwiegen uns die Zeit zu kürzen,
Wir sind in Gärten und Terrassen müßig hingelehnt,
Und oft will heiß das Blut nach unsern wilden Händen stürzen,
Weil sich der Tag zu langsam weiterdehnt.



DIE NÄCHTE EXPLODIEREN IN
DEN STÄDTEN ...

Die Nächte explodieren in den Städten,
Wir sind zerfetzt vom wilden, heißen Licht,
Und unsre Nerven flattern, irre Fäden,
Im Pflasterwind, der aus den Rädern bricht.

In Kaffeehäusern brannten jähe Stimmen
Auf unsre Stirn und heizten jung das Blut.
Wir flammten schon. Und suchten leise zu verglimmen,
Weil wir noch furchtsam sind von eigner Glut.

Wir schweben müßig durch die Tageszeiten,
An hellen Ecken sprechen wir die Mädchen an.
Wir fühlen noch zuviel die greisen Kostbarkeiten
Der Liebe, die man leicht bezahlen kann.

Wir haben uns dem Tode übergeben
Und treiben, arglos spielend vor dem Wind.
Wir sind sehr sicher, dorthin zu entschweben,
Wo man uns braucht, wenn wir geworden sind.



AUFBRUCH DER JUGEND


Die flammenden Gärten des Sommers, Winde, tief und voll Samen,
Wolken, dunkel gebogen, und Häuser, zerschnitten vom Licht.
Müdigkeiten, die aus verwüsteten Nächten über uns kamen,
Köstlich gepflegte, verwelkten die Blumen, die man sich bricht.

Also zu neuen Tagen erstarkt, wir spannen die Arme,
Unbegreiflichen Lachens erschüttert, wie Kraft, die sich staut,
Wie Truppenkolonien, unruhig nach Ruf der Alarme,
Wenn hoch und erwartet der Tag überm Osten blaut.

Grell wehen die Fahnen, wir haben uns heftig entschlossen,
Ein Stoß ging durch uns, Not schrei, wir rollen geschwellt,
Wie Sturmflut haben wir uns in die Straßen der Städte ergossen
Und spülen vorüber die Trümmer zerborstener Welt.

Wir fegen die Macht und stürzen die Throne der Alten,
Vermoderte Kronen bieten wir lachend zum Kauf,
Wir haben die Türen zu wimmernden Kasematten zerspalten
Und stoßen die Tore verruchter Gefängnisse auf.

Nun kommen die Scharen Verbannter, sie strammen die Rücken,
Wir pflanzen Waffen in ihre Hand, die sich fürchterlich krampft,
Von roten Tribünen lodert erzürntes Entzücken
Und türmt Barrikaden, von glühenden Rufen umdampft.

Beglänzt von Morgen, wir sind die verheißten Erhellten,
Von jungen Messiaskronen das Haupthaar umzackt,
Aus unsern Stirnen springen leuchtende neue Welten,
Erfüllung und Künftiges, Tage, sturm=überflaggt!

Wednesday, July 11, 2007

FOLGORE DI SAN GIMIGNANO (ca. 1270 – ca. 1332)


San Gimignano: Torre Grossa




SONETTI



Sonetti per l'armamento di un cavaliere



I

(Introduzione)

Ora si fa un donzello cavalieri;
e' vuolsi far novellamente degno,
e pon sue terre e sue castell'a pegno
per ben fornirsi di ciò ch'è mistieri:

annona, pane e vin dà a' forestieri,
manze, pernici e cappon per ingegno;
donzelli e servidori a dritto segno,
camere e letta, cerotti e doppieri;

e pens'a molti affrenati cavagli,
armeggiatori e bella compagnia,
aste, bandiere, coverte e sonagli;

ed istormenti con gran baronia,
e giucolar per la terra guidàgli,
donne e donzelle per ciascuna via.


II
Prodezza

Ecco Prodezza, che tosto lo spoglia
e dice: "Amico, e' convien che tu mudi,
per ciò ch'i' vo' veder li uomini nudi
e vo' che sappi non abbo altra voglia;

e lascia ogni costume che far soglia,
e nuovamente t'affatichi e sudi;
se questo fai, tu sarai de' miei drudi
pur che ben far non t'incresca né doglia".

E quando vede le membra scoperte,
immantinente sí le reca in braccio
dicendo: "Queste carni m'hai offerte;

i' le ricevo e questo don ti faccio,
acciò che le tue opere sien certe:
che ogni tuo ben far già mai non taccio".


III
Umiltà

Umilità dolcemente il riceve,
e dice: "Punto non vo' che ti gravi,
ch'e' pur convien ch'io ti rimondi e lavi,
e farotti piú bianco che la neve;

e intendi quel ched io ti dico breve,
ch'i' vo' portar dello tuo cor le chiavi,
ed a mio modo converrà che navi,
ed io ti guiderò sí come meve.

Ma d'una cosa far tosto ti spaccia,
ché tu sai che soperbia m'è nimica:
che piú con teco dimoro non faccia.

I' ti sarabbo cosí fatta amica
ch'e' converrà ch'a tutta gente piaccia;
e cosí fa chi di me si notrica".


IV
Discrezïone


Discrezïone incontanente venne
e sí l'asciuga d'un bel drappo e netto,
e tostamente sí 'l mette in sul letto
di lin, di seta, coverture e penne;

or ti ripensa: infino al dí vi 'l tenne
con canti, con sonare e con diletto;
accompagnollo, per farlo perfetto,
di nuovi cavalier, che ben s'avvenne.

Poi disse: "Lieva suso immantinente,
ch'e' ti convien rinascere nel mondo,
e l'ordine che prendi tieni a mente".

Egli ha tanti pensier, che non ha fondo,
del gran legame dov'entrar si sente,
e non può dire: "A questo mi nascondo".


V
Allegrezza


Giunge Allegrezza con letizia e festa,
tutta fiorita che pare un rosaio;
di lin, di seta, di drappo e di vaio
allor li porta bellissima vesta,

vetta, cappuccio con ghirlanda in testa,
e sí adorno l'ha che pare un maio;
con tanta gente che trema il solaio;
allor sí face l'opra manifesta.

E ritto l'ha in calze ed in pianelle,
borsa, cintura inorata d'argento,
che stanno sotto la leggiadra pelle;

cantar, sonando ciascuno stormento,
mostrando lui a donne ed a donzelle
e quanti sono a questo assembramento.




Sonetti della "Semana"


VI
(Dedica)


I' ho pensato di fare un gioiello,
che sia allegro, gioioso ed ornato,
e sí 'l vorrei donare in parte e lato,
ch'ogn'uomo dica: "E' li sta ben, è bello!"

E or di nuovo ho trovato un donzello
saggio, cortese e ben ammaestrato,
ché li starebbe me' l'imperïato
che non istà la gemma nell'anello:

Carlo di misser Guerra Cavicciuoli,
quel ch'è valente ed ardito e gagliardo,
e servente, comandi chi che vuoli;

leggero piú che lonza o lïopardo,
e mai non fece dei denar figliuoli,
ma spende piú che 'l marchese lombardo.


VII
Lunidie


Quando la luna e la stella dïana
e la notte si parte e 'l giorno appare,
vento leggero, per polire l'are
e far la gente stare allegra e sana;

il lunedí, per capo di semana,
con istormenti mattinata fare,
ed amorose donzelle cantare,
e 'l sol ferire per la meridiana.

Lèvati sú, donzello, e non dormire,
ché l'amoroso giorno ti conforta
e vuol che vadi tua donna a servire.

Palafreni e destrier sieno alla porta,
donzelli e servitor con bel vestire:
e poi far ciò ch'Amor comanda e porta.


VIII
Martidie


E 'l martedí li do un nuovo mondo:
udir sonar trombetti e tamburelli,
armar pedon, cavalieri e donzelli,
e campane a martello dicer: "don do";

e lui primiero e li altri secondo,
armati di loriche e di cappelli,
veder nemici e percuotere ad elli,
dando gran colpi e mettendoli a fondo;

destrier vedere andare a vuote selle,
tirando per lo campo lor segnori,
e strascinando fegati e budelle;

e suonare a raccolta trombatori
e sufoli, flaúti e ciramelle,
e tornare alle schiere i feritori.


IX
Mercoredie


Ogni mercoredí corredo grande
di lepri, starne, fagiani e paoni,
e cotte manze ed arrosti capponi,
e quante son delicate vivande;

donne e donzelle star per tutte bande,
figlie di re, di conti e di baroni,
e donzellette e giovani garzoni
servir portando amorose ghirlande;

coppe, nappi, bacin d'oro e d'argento,
vin greco di riviera e di vernaccia,
frutta, confetti quanti li è 'n talento,

e presentarvi uccellagioni e caccia;
e quanti sono a suo ragionamento
sí sieno allegri e con la chiara faccia.


X
Giovedie


Ed ogni giovedí tornïamento,
e giostrar cavalier ad uno ad uno,
e la battaglia sia 'n luogo comuno,
a cinquanta e cinquanta, e cento e cento.

Arme, destrieri e tutto guarnimento,
sien d'un paraggio addobbati ciascuno;
da terza a vespro, passato 'l digiuno:
allora si conosca chi ha vento.

E poi tornare a casa alle lor vaghe,
ove seranno i fin letti soprani;
e' medici fasciar percosse e piaghe,

e le donne aitar con le lor mani;
e di vederle sí ciascun s'appaghe,
che la mattina sien guariti e sani.


XI
Venerdie


Ed ogni venerdí gran caccia e forte:
veltri, bracchetti, mastini e stivori,
e bosco basso miglia di staiori,
là ove si troven molte bestie accorte,

che possano veder, cacciando, scorte:
e rampognare insieme i cacciatori,
cornando a caccia presa i cornatori:
ed allor vemgan molte bestie morte.

E poi recogliere i cani e la gente,
e dicer: "L'amor meo manda a cotale".
"Alle guagnele, serà bel presente!"

"Ei par che i nostri cani avesser ale!"
"Te', te', Belluccia, Picciuolo e Serpente,
ché oggi è 'l dí della caccia reale!"


XII
Sabato die


E 'l sabato diletto ed allegrezza
in uccellare e volar di falconi,
e percuotere grue, ed alghironi
iscendere e salire in grand'altezza;

ed all'oche ferir per tal fortezza
che perdan l'ale, le cosce e' gropponi;
corsieri e palafren mettere a sproni,
ed isgridar per gloria e per baldezza.

E poi tornare a casa e dire al cuoco:
"To' queste cose e acconcia per dimane,
e pela, taglia, assetta e metti a' fuoco;

ed abbie fino vino e bianco pane,
ch'e' s'apparecchia di far festa e giuoco:
fa che le tue cucine non sian vane!"


XIII
Domenica die


Alla dimane, all'apparer del giorno
venente, che domenica si chiama,
qual piú li piace, damigella o dama,
abbiane molte che li sien d'attorno;

in un palazzo dipinto ed adorno
ragionare con quella che piú ama;
qualunche cosa che desia e brama,
venga in presente senza far distorno.

Danzar donzelle, armeggiar cavalieri,
cercar Firenze per ogni contrada,
per piazze, per giardini e per verzieri;

e gente molta per ciascuna strada,
e tutti quanti il veggian volentieri:
ed ogni dí di ben in meglio vada.




">Sonetti dei "Mesi"


XIV
(Dedica alla brigata)

Alla brigata nobile e cortese,
in tutte quelle parti dove sono,
con allegrezza stando sempre dono,
cani e uccelli e danari per ispese,

ronzin portanti e quaglie a volo prese,
bracchi levar, correr veltri a bandono:
in questo regno Nicolò incorono,
perch'elli è 'l fior della città sanese;

Tingoccio e Min di Tingo ed Ancaiano,
Bartolo e Mugàvero e Fainotto,
che paiono figliuol del re Prïàno,

prodi e cortesi piú che Lancilotto,
se bisognasse, con le lance in mano
farian tornïamenti a Camellotto.


XV
Di gennaio


I' doto voi del mese di gennaio
corte con fuochi di salette accese,
camere e letta d'ogni bello arnese,
lenzuol di seta e copertoi di vaio,

treggea, confetti e mescere a razzaio,
vestiti di doagio e di racese;
e 'n questo modo stare alle difese,
muova scirocco, garbino e rovaio;

uscir di fuor alcuna volta il giorno,
gittando della neve bella e bianca
alle donzelle che saran d'attorno;

e, quando la compagna fosse stanca,
a questa corte facciasi ritorno,
e sí riposi la brigata franca.


XVI
Di febbraio


E di febbraio vi dono bella caccia
di cerbi, cavrïuoli e di cinghiari,
corte gonnelle con grossi calzari,
e compagnia che vi diletti e piaccia;

can da guinzagli e segugi da traccia,
e le borse fornite di danari,
ad onta degli scarsi e degli avari,
o chi di questo vi dà briga e 'mpaccia;

e la sera tornar co' vostri fanti
carcati della molta salvaggina,
avendo gioia ed allegrezza e canti;

far trar del vino e fumar la cucina,
e fin al primo sonno star razzanti;
e poi posar infin' alla mattina.


XVII
Di marzo


Di marzo sí vi do una peschiera
di trote, anguille, lamprede e salmoni,
di dentici, dalfini e storïoni,
d'ogn'altro pesce in tutta la riviera;

con pescatori e navicelle a schiera
e barche, saettíe e galeoni,
le qual vi portino a tutte stagioni
a qual porto vi piace alla primiera:

che sia fornito di molti palazzi,
d'ogn'altra cosa che vi sie mestiero,
e gente v'abbia di tutti sollazzi.

Chiesa non v'abbia mai né monistero:
lasciate predicar i preti pazzi,
ché hanno assai bugie e poco vero.


XVIII
D'aprile


D'april vi dono la gentil campagna
tutta fiorita di bell'erba fresca;
fontane d'acqua, che non vi rincresca,
donne e donzelle per vostra compagna;

ambianti palafren, destrier di Spagna,
e gente costumata alla francesca
cantar, danzar alla provenzalesca
con istormenti nuovi d'Alemagna.

E d'intorno vi sian molti giardini,
e giacchito vi sia ogni persona;
ciascun con reverenza adori e 'nchini

a quel gentil, c'ho dato la corona
de pietre prezïose, le piú fini
c'ha 'l Presto Gianni o 'l re di Babilona.


XIX
Di maggio


Di maggio sí vi do molti cavagli,
e tutti quanti sieno affrenatori,
portanti tutti, dritti corritori;
pettorali e testiere di sonagli,

bandiere e coverte a molti intagli
e di zendadi di tutti colori;
le targe a modo delli armeggiatori;
vïuole e rose e fior, ch'ogn'uom v'abbagli;

e rompere e fiaccar bigordi e lance,
e piover da finestre e da balconi
in giú ghirlande ed in su melerance;

e pulzellette e giovani garzoni
baciarsi nella bocca e nelle guance;
d'amor e di goder vi si ragioni.


XX
Di giugno


Di giugno dovvi una montagnetta
coverta di bellissimi arbuscelli,
con trenta ville e dodici castelli
che sieno intorno ad una cittadetta,

ch'abbia nel mezzo una sua fontanetta;
e faccia mille rami e fiumicelli,
ferendo per giardini e praticelli
e rifrescando la minuta erbetta.

Aranci e cedri, dattili e lumíe
e tutte l'altre frutte savorose
impergolate sieno per le vie;

e le genti vi sien tutte amorose,
e faccianvisi tante cortesie
ch'a tutto 'l mondo sieno grazïose.


XXI
Di luglio


Di luglio in Siena, in su la Saliciata,
con le piene inguistare de' trebbiani;
nelle cantine li ghiacci vaiani,
e man e sera mangiare in brigata

di quella gelatina ismisurata,
istarne arrosto e giovani fagiani,
lessi capponi e capretti sovrani,
e, cui piacesse, la manza e l'agliata.

Ed ivi trar buon tempo e buona vita,
e non uscir di fuor per questo caldo;
vestir zendadi di bella partita;

e, quando godi, star pur fermo e saldo,
e sempre aver la tavola fornita,
e non voler la moglie per castaldo.


XXII
D'agosto


D'agosto sí vi do trenta castella
in una valle d'alpe montanina,
che non vi possa vento di marina,
per istar sani e chiari come stella;

e palafreni da montare in sella,
e cavalcar la sera e la mattina;
e l'una terra all'altra sia vicina,
ch'un miglio sia la vostra giornatella,

tornando tuttavïa verso casa;
e per la valle corra una fiumana,
che vada notte e dí traente e rasa;

e star nel fresco tutta meriggiana;
la vostra borsa sempre a bocca pasa,
per la miglior vivanda di Toscana.


XXIII
Di settembre


Di settembre vi do diletti tanti:
falconi, astori, smerletti e sparvieri,
lunghe, gherbegli e geti con carnieri,
bracchetti con sonagli, pasti e guanti;

bolze, balestre dritte e ben portanti,
archi, strali, pallotte e pallottieri;
sianvi mudati girfalchi ed astieri
nidaci e di tutt'altri uccel volanti,

che fosser buoni da snidar e prendere;
e l'un all'altro tuttavia donando,
e possasi rubare e non contendere;

quando con altra gente rincontrando,
le vostre borse sempre acconce a spendere,
e tutti abbiate l'avarizia in bando.


XXIV
D'ottobre


D'ottobre nel contado ha buono stallo:
e' pregovi, figliuol, che voi v'andiate;
traetevi buon tempo e uccellate
come vi piace, a piede ed a cavallo;

la sera per la sala andate a ballo,
e bevete del mosto e inebrïate,
ché non ci ha miglior vita, in veritate;
e questo è ver come 'l fiorino è giallo.

E poscia vi levate la mattina,
e lavatevi 'l viso con le mani;
l'arrosto e 'l vino è buona medicina.

Alle guagnele, starete piú sani
che pesce in lago o 'n fiume od in marina,
avendo miglior vita che cristiani.


XXV
Di novembre


E di novembre a Petrïuolo, al bagno,
con trenta muli carchi di moneta:
le rughe sien tutte coperte a seta;
coppe d'argento, bottacci di stagno;

e dare a tutti stazzonier guadagno;
torchi e doppier che vengan di Chiareta,
confetti con cedrata di Gaeta;
bëa ciascuno e conforti 'l compagno.

E 'l freddo vi sia grande e 'l fuoco spesso;
fagiani, starne, colombi e mortiti,
levori e cavriuoli arrosto e lesso;

e sempre avere acconci gli appetiti;
la notte 'l vento e 'l piover a ciel messo,
e siate nelle letta ben forniti.


XXVI
Di dicembre


E di dicembre una città in piano:
sale terrene e grandissimi fuochi,
tappeti tesi, tavolieri e giuochi,
torticci accesi e star co' dadi in mano;

e l'oste inebrïato e catelano,
e porci morti e finissimi cuochi;
e morselli ciascun, bèa e manuchi;
le botti sien maggior che San Galgano.

E siate ben vestiti e foderati
di guarnacche, tabarri e di mantelli
e di cappucci fini e smisurati;

e beffe far de' tristi cattivelli,
de' miseri dolenti sciagurati
avari: non vogliate usar con elli.


XXVII
(Commiato)


Sonetto mio, a Nicolò di Nisi,
colui ch'è pien di tutta gentilezza,
di' da mia parte con molt'allegrezza
ch'io son acconcio a tutti suoi servisi;

e piú m'è caro che non val Parisi
d'avere sua amistade e contezza;
sed ello avesse imperïal ricchezza,
starieli me' che San Francesco in Sisi.

Raccomendami a lui tutta fïata
ed alla sua compagna ed Ancaiano,
ché senza lui non è lieta brigata.

Folgòre vostro da San Giminiano
vi manda, dice e fa quest'ambasciata:
che voi n'andaste con suo cuor in mano.




">Sonetti politici e moraleggianti


XXVIII

Piú lichisati siete ch'ermellini,
conti pisan, cavalieri e donzelli,
e per istudio de' vostri cappelli
credete vantaggiare i fiorentini;

e franchi fate stare i ghibellini
in ogni parte, o cittadi o castelli,
veggendovi sí osi e sí isnelli:
sotto l'arme, parete paladini.

Valenti sempre come lepre in caccia
a riscontrare in mare i genovesi,
e co' lucchesi non avete faccia;

e come i can dell'ossa son cortesi,
se Folgore abbia cosa che gli piaccia,
siate voi contro a tutti li foresi.


XXIX

Eo non ti lodo, Dio, e non ti adoro,
e non ti prego, e non ti rengrazio,
e non ti servo: ch'eo ne son piú sazio
che l'anime di stare in purgatoro;

perché tu hai messi i guelfi a tal martoro
ch'i ghibellini ne fan beffe e strazio;
e se Uguccion ti comandasse il dazio,
tu il pagaresti senza perentoro.

Ed hanti certo sí ben conosciuto,
tolto t'han San Martino ed Altopasso
e San Michele e 'l tesor ch'hai perduto;

ed hai quel popol marcio cosí grasso,
che per soperbia cherranti ' tributo:
e tu hai fatto 'l cor che par d'un sasso.


XXX

Cosí faceste voi o guerra o pace,
guelfi, sí come siete in devisione,
ché in voi non regna ponto di ragione,
lo mal pur cresce e 'l ben s'ammorta e tace.

E l'uno contra l'altro isguarda e spiace
lo suo essere e stato e condizione;
fra voi regna il pugliese e 'l Ganellone,
e ciascun soffia nel fuoco penace.

Non vi ricorda di Montecatini,
come le mogli e le madri dolenti
fan vedovaggio per gli ghibellini?

E babbi, frati, figliuoli e parenti,
e chi amasse bene i suoi vicini,
combatterebbe ancora a stretti denti.


XXXI


Guelfi, per fare scudo delle reni,
avete fatto i conigli leoni,
e per ferir sí forte di speroni,
tenendo vòlti verso casa i freni.

E tal perisce in malvagi terreni,
che vincerebbe a dar con gli spontoni;
fatto avete le púpule falconi,
sí par che 'vento ve ne porti e meni.

Però vi do conseglio che facciate
di quelle del pregiato re Roberto,
e rendetevi in colpa e perdonate.

Con Pisa ha fatto pace, quest'è certo;
non cura delle carni malfatate
che son remase a' lupi in quel deserto.


XXXII

Cortesia cortesia cortesia chiamo
e da nessuna parte mi risponde,
e chi la dèe mostrar, sí la nasconde,
e perciò a cui bisogna vive gramo.

Avarizia le genti ha preso all'amo,
ed ogni grazia distrugge e confonde;
però se eo mi doglio, eo so ben onde:
di voi, possenti, a Dio me ne richiamo.

Ché la mia madre cortesia avete
messa sí sotto il piè che non si leva;
l'aver ci sta, voi non ci rimanete!

Tutti siem nati di Adamo e di Eva;
potendo, non donate e non spendete:
mal ha natura chi tai figli alleva.




Sonetti di dubbia attribuzione



XXXIII


Amico caro, non fiorisce ogni erba,
né ogni fior che par, frutto non porta;
e non è vertudiosa, ogni verba,
né ha vertú ogni pietra ch'è orta;

e tal cosa è matura e pare acerba,
e tal se par doler che se conforta;
ogni cera che par, non è soperba,
cosa è che getta fiamma e che par morta.

Però non se convien ad uomo saggio
volere adesso far d'ogn'erba fasso,
né d'ogni pietra caricarsi 'l dosso,

né voler trar d'ogni parola saggio,
né con tutta la gente andare a passo:
senza ragione a dir ciò non son mosso.


XXXIV

Quando la voglia segnoreggia tanto,
che la ragion non ha poter né loco,
ispesse volte ride l'uom di pianto
e di grave doglienza mostra gioco;

e ben seria di buon savere affranto
chi fredda neve giudicasse fòco;
simil son que', che gioi' mostrano e canto
di quel, onde doler devriano un poco.

Ma ben si può coralmente dolere
chi sommette ragione a voluntade
e segue senza freno suo volere;

che non è già sí ricca podestade
com' se medesmo a dritto mantenere,
seguire pregio, fúgger vanitade.


XXXV


Fior di virtú sí è gentil coraggio,
e frutto di virtú sí è onore,
e vaso di virtú sí è valore
e nome di virtú è uomo saggio;

e specchio di virtú non vede oltraggio
e viso di virtú, chiaro colore,
ed amor di virtú, buon servitore,
e dono di virtú, dolce lignaggio.

E letto di virtú è conoscenza,
e seggio di virtú, amor leale,
e poder di virtú è sofferenza;

e opera di virtú, esser leale,
e braccio di virtú, bella accoglienza:
tutta virtú è render ben per male.