Friday, July 13, 2007

JORGE CARRERA ANDRADE (1903-1978)




BOLETÍN DE VIAJE

Sobre el tejado del mundo
puso el gallo a secar su canción de colores.
La Luz era ya pesada como un fruto.

Sus tablas de la ley me entregó el campo.
De la misma madera de la cruz
estaba hecho el arado.

Era un anillo de dolor
la línea ecuatorial
en el dedo del corazón.

En la nave de veinte cornetas
embarqué mi baúl de papagayos
hacia otro extremo de la tierra.

Ardía el alfabeto de las constelaciones.
Giraban gozosos los puertos niños
en el carrousel del horizonte.

Se amotinaron los mares
y los cuatro vientos
contra mi sueño almirante.

Ancla: trébol de hierro.
Te arrojó el Capitán al continente antiguo.
Vi las torres cargadas con sus sacos de nubes
y las grúas cigüeñas
con su cesta en el pico.

Europa hacia andar con su ritmo de aceite
los arados mecánicos.
Con su pajita tornasol
la espiga chupaba el calcio.

Mas, toda la alegría del mundo
al subir por las chimeneas
se convertía en humo.

En la hoja en blanco de la harina
imprimían los molinos
la arenga proletaria de la espiga.

Las ciudades se hablaban a lo largo del aire.
Descubrí al hombre. Entonces
comprendí mi mensaje.



NUEVA ORACIÓN POR EL EBANISTA

Tú, que ibas con tu padre carpintero
a la altura, Señor, a cortar abedules
y hacías con tus ojos
parpadear los mil ojos diminutos del hacha
y con tus tiernas manos llorar a las cortezas,
ten piedad por este hombre que hizo plana su vida
como una mesa humilde de madera olorosa.

No conoció del mundo
más que su casa, pobre barco en tierra,
y dio a su corazón la actitud de una silla
en espera de todos los cansancios.

Guía, Señor, sus pies por los bosques del cielo
y hazle encontrar sus muebles de madera
más adictos que perros que no enseñan los dientes
y olfatean los seres de la noche...
En tu celeste fábrica dale para sus manos
la garlopa del tiempo
y virtudes de nubes con aserrín de estrellas.



BIOGRAFÍA PARA USO DE LOS PÁJAROS

Nací en el siglo de la defunción de la rosa
cuando el motor ya había ahuyentado a los ángeles.
Quito veía andar la última diligencia
y a su paso corrían en buen orden los árboles,
las cercas y las casas de las nuevas parroquias,
en el umbral del campo
donde las lentas vacas rumiaban el silencio
y el viento espoleaba sus ligeros caballos.

Mi madre, revestida de poniente,
guardó su juventud en una honda guitarra
y sólo algunas tardes la mostraba a sus hijos
envuelta entre la música, la luz y las palabras.
Yo amaba la hidrografía de la lluvia,
las amarillas pulgas del manzano
y los sapos que hacían sonar dos o tres veces
su gordo cascabel de palo.

Sin cesar maniobraba la gran vela del aire.
Era la cordillera un litoral del cielo.
La tempestad venía, y al batir del tambor
cargaban sus mojados regimientos;
mas, luego el sol con sus patrullas de oro
restauraba la paz agraria y transparente.
Yo veía a los hombres abrazar la cebada,
sumergirse en el cielo unos jinetes
y bajar a la costa olorosa de mangos
los vagones cargados de mugidores bueyes.

El valle estaba allá con sus haciendas
donde prendía el alba su reguero de gallos
y al oeste la tierra donde ondeaba la caña
de azúcar su pacífico banderín, y el cacao
guardaba en un estuche su fortuna secreta,
y ceñían, la piña su coraza de olor,
la banana desnuda su túnica de seda.

Todo ha pasado ya, en sucesivo oleaje,
como las vanas cifras de la espuma.
Los años van sin prisa enredando sus líquenes
y el recuerdo es apenas un nenúfar
que asoma entre dos aguas
su rostro de ahogado.
La guitarra es tan sólo ataúd de canciones
y se lamenta herid en la cabeza el gallo.
Han emigrado todos los ángeles terrestres,
hasta el ángel moreno del cacao.



MICROGRAMAS

COLIBRÍ


El colibrí,
aguja tornasol,
pespuntes de luz rosa
da en el tallo temblón
con la hebra de azúcar
que saca de la flor.

TORTUGA


La tortuga en su estuche amarillo
es el reloj de la tierra,
parado desde hace siglos.

GRANO DE MÁIZ

Todas las madrugadas,
en el buche del gallo
se vuelve cada grano de maíz
una mazorca de cantos.

MOSCARDÓN

Moscardón: uva con alas.
Con tu mosto de silencio
el corazón se emborracha.

NUEZ

Nuez: sabiduría comprimida,
diminuta tortuga vegetal,
cerebro de duende
paralizado por la eternidad.

CARACOL

Caracol:
mínima cinta métrica
con que mide el campo Dios.



LUGAR DE ORIGEN


Yo vengo que la tierra donde la chirimoya,
talega de brocado, con su envoltura impide
que gotee el dulzor de su nieve redonda,

y donde el aguacate de verde piel pulida
en su clausura oval, en secreto elabora
su substancia de flores, de venas y de climas.

Tierra que nutre pájaros aprendices de idiomas,
plantas que dan, cocidas, la muerte o el amor
o la magia del sueño, o la fuerza dichosa,

animalitos tiernos de alimento y pereza,
insectillos de carne vegetal y de música
o de luz mineral o pétalos que vuelan.

Capulí -la cereza del indio interandino-,
codorniz, armadillo cazador, dura penca
al fuego condenada o a ser red o vestido,

eucalipto de ramas como sartas de peces
-soldado de salud con su armadura de hojas,
que despliega en el aire su batallar celeste-

son los mansos aliados del hombre de la tierra
de donde vengo, libre, con mi lección de vientos
y mi carga de pájaros de universales lenguas.



XIX


Vendrá un día más puro que los otros:
estallará la paz sobre la tierra
como un sol de cristal. Un fulgor nuevo
envolverá las cosas.
Los hombres cantarán en los caminos,
libres ya de la muerte solapada.
El trigo crecerá sobre los restos
de las armas destruidas
y nadie verterá
la sangre de su hermano,
El mundo será entonces de las fuentes
y las espigas, que impondrán su imperio
de abundancia y frescura sin fronteras.
Los ancianos tan sólo, en el domingo
de su vida apacible,
esperarán la muerte,
la muerte natural, fin de jornada,
paisaje más hermoso que el poniente.



EL HOMBRE DEL ECUADOR
BAJO LA TORRE EIFFEL


Te vuelves vegetal a la orilla del tiempo.
Con tu copa de cielo redondo
y abierta por los túneles del tráfico,
eres la ceiba máxima del Globo.

Suben los ojos pintores
por tu escalera de tijera hasta el azul.

Alargas sobre una tropa de tejados
tu cuello de llama del Perú.
Arropada en los pliegues de los vientos,
con tu peineta de constelaciones
te asomas al circo
de los horizontes.

Mástil de un aventura sobre el tiempo.
Orgullo de quinientos treinta codos.
Pértiga de la tienda que han alzado los hombres
en una esquina de la historia.
Con sus luces gaseosas,
copia la vía láctea tu dibujo en la noche.

Primera letra de un abecedario cósmico,
apuntada en la dirección del cielo;
esperanza para da en zancos;
glorificación del esqueleto.
Hierro para marcar el rebaño de nubes
o mundo centinela de la edad industrial.
La marea del cielo
mina en silencio tu pilar.



VERSION DE LA TIERRA


Bienvenido, nuevo día:
Los colores, las formas
vuelven al taller de la retina.

He aquí el vasto mundo
Con su envoltura de maravilla:
La virilidad del árbol.
La condescendencia de la brisa.

El mecanismo de la rosa.
La arquitectura de la espiga.

Su vello verde la tierra
sin cesar cría

la savia, invisible constructora,
en andamios de aire edifica
y sube los peldaños de la luz
en volúmenes verdes convertida.

El río agrimensor hace
el inventario de la campiña.
Sus lomos oscuros lava en el cielo
La orografía.

He aquí el mundo de pilares vegetales
y de rutas líquidas,
de mecanismos y arquitecturas
que un soplo misterioso anima.

Luego, las formas y los colores amaestrados,
el aire y la luz viva
sumados en la Obra del Hombre,
vertical en el día

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