Tuesday, December 7, 2021

ΧΟΑΚΙΝ ΠΑΣΟΣ

 



JOAQUÍN PASOS (1914-1947)

 

CANTO DE GUERRA DE LAS COSAS

 

Cuando lleguéis a viejos, respetaréis la piedra,

si es que llegáis a viejos,

si es que entonces quedó alguna piedra.

Vuestros hijos amarán al viejo cobre,

al hierro fiel.

Recibiréis a los antiguos metales en el seno de vuestras

familias,

trataréis al noble plomo con la decencia que corresponde a su

carácter dulce;

os reconciliaréis con el zinc dándole un suave nombre;

con el bronce considerándolo como hermano del oro,

porque el oro no fue a la guerra por vosotros,

el oro se quedó, por vosotros, haciendo el papel de niño

mimado,

vestido de terciopelo, arropado, protegido por el resentido

acero...

Cuando lleguéis a viejos, respetaréis al oro,

si es que llegáis a viejos,

si es que entonces quedó algún oro.

El agua es la única eternidad de la sangre.

Su fuerza, hecha sangre. Su inquietud, hecha sangre.

Su violento anhelo de viento y cielo,

hecho sangre.

Mañana dirán que la sangre se hizo polvo,

mañana estará seca la sangre.

Ni sudor, ni lágrimas, ni orina

podrán llenar el hueco del corazón vacío.

Mañana envidiarán la bomba hidráulica de un inodoro

palpitante,

la constancia viva de un grifo,

el grueso líquido.

El río se encargará de los riñones destrozados

y en medio del desierto los huesos en cruz pedirán en vano

que regrese el agua a los cuerpos de los hombres.

Dadme un motor más fuerte que un corazón de hombre.

Dadme un cerebro de máquina que pueda ser agujereado sin

dolor.

Dadme por fuera un cuerpo de metal y por dentro otro

cuerpo de metal

igual al del soldado de plomo que no muere,

que no te pide, Señor, la gracia de no ser humillado por

tus obras,

como el soldado de carne blanducha, nuestro débil orgullo,

que por tu día ofrecerá la luz de sus ojos,

que por tu metal admitirá una bala en su pecho,

que por tu agua devolverá su sangre.

Y que quiere ser como un cuchillo, al que no puede herir

otro cuchillo.

Esta cal de mi sangre incorporada a mi vida

será la cal de mi tumba incorporada a mi muerte,

porque aquí está el futuro envuelto en papel de estaño,

aquí está la ración humana en forma de pequeños ataúdes,

y la ametralladora sigue ardiendo de deseos

y a través de los siglos sigue fiel el amor del cuchillo a la

carne.

Y luego, decid si no ha sido abundante la cosecha de balas,

si los campos no están sembrados de bayonetas,

si no han reventado a su tiempo las granadas...

Decid si hay algún pozo, un hueco, un escondrijo

que no sea un fecundo nido de bombas robustas;

decid si este diluvio de fuego líquido

no es más hermoso y más terrible que el de Noé,

¡sin que haya un arca de acero que resista

ni un avión que regrese con la rama de olivo!

Vosotros, dominadores del cristal, he ahí vuestros vidrios

fundidos.

Vuestras casas de porcelana, vuestros trenes de mica,

vuestras lágrimas envueltas en celofán, vuestros corazones

de bakelita,

vuestros risibles y hediondos pies de hule,

todo se funde y corre al llamado de guerra de las cosas,

como se funde y se escapa con rencor el acero que ha

sostenido una estatua.

Los marineros están un poco excitados. Algo les turba

su viaje.

Se asoman a la borda y escudriñan el agua,

se asoman a la torre y escudriñan el aire.

Pero no hay nada.

No hay peces, ni olas, ni estrellas, ni pájaros.

Señor capitán, ¿a dónde vamos?

Lo sabremos más tarde.

Cuando hayamos llegado.

Los marineros quieren lanzar el ancla,

los marineros quieren saber qué pasa.

Pero no es nada. Están un poco excitados.

El agua del mar tiene un sabor más amargo,

el viento del mar es demasiado pesado.

Y no camina el barco. Se quedó quieto en medio del viaje.

Los marineros se preguntan ¿qué pasa? con las manos,

han perdido el habla.

No ha pasado nada. Están un poco excitados.

Nunca volverá a pasar nada. Nunca lanzarán el ancla.

No había que buscarla en las cartas del naipe ni en los juegos

de la cábala.

En todas las cartas estaba, hasta en las de amor y en las

de navegar.

Todas los signos llevaban su signo.

Izaba su bandera sin color, fantasmas de bandera para ser

pintada con colores de sangre de fantasma,

bandera que cuando flotaba al viento parecía que flotaba el

viento.

Iba y venía, iba en el venir, venía en el yendo, como que si

fuera viniendo.

Subía, y luego bajaba hasta en medio de la multitud y

besaba a cada hombre.

Acariciaba cada cosa con sus dedos suaves de sobadora

de marfil.

Cuando pasaba un tranvía, ella pasaba en el tranvía;

cuando pasaba una locomotora, ella iba sentada en la trompa.

Pasaba ante el vidrio de todas las vitrinas,

Sobre el río de todos los puentes,

por el cielo de todas las ventanas.

Era la misma vida que flota ciega en las calles como una

niebla borracha.

Estaba de pie junto a todas las paredes como un ejército de

mendigos,

era un diluvio en el aire.

Era tenaz, y también dulce, como el tiempo.

Con la opaca voz de un destrozado amor sin remedio,

con el hueco de un corazón fugitivo,

con la sombra del cuerpo

con la sombra del alma, apenas sombra de vidrio,

con el espacio vacío de una mano sin dueño,

con los labios heridos

con los párpados sin sueño,

con el pedazo de pecho donde está sembrado el musgo del

resentimiento

y el narciso,

con el hombro izquierdo

con el hombro que carga las flores y el vino,

con las uñas que aún están adentro

y no han salido,

con el porvenir sin premio con el pasado sin castigo,

con el aliento,

con el silbido,

con el último bocado de tiempo, con el último sorbo de

líquido

con el último verso del último libro.

Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío.

Somos la orquídea de acero,

florecimos en la trinchera como el moho sobre el filo de la

espada,

somos una vegetación de sangre,

somos flores de carne que chorrean sangre,

somos la muerte recién podada

que florecerá muertes y más muertes hasta hacer un

inmenso jardín de muertes.

Como la enredadera púrpura de filosa raíz,

que corta el corazón y se siembra en la fangosa sangre

y sube y baja según su peligrosa marea.

Así hemos inundado el pecho de los vivos,

somos la selva que avanza.

Somos la tierra presente. Vegetal y podrida.

Pantano corrompido que burbujea mariposas y arco—iris.

Donde tu cáscara se levanta están nuestros huesos llorosos,

nuestro dolor brillante en carne viva,

oh santa y hedionda tierra nuestra,

humus humanos.

Desde mi gris sube mi ávida mirada,

mi ojo viejo y tardo, ya encanecido,

desde el fondo de un vértigo lamoso

sin negro y sin color completamente ciego.

Asciendo como topo hacia el aire

que huele mi vista,

el ojo de mi olfato, y el murciélago

todo hecho de sonido.

Aqui la piedra es piedra, pero ni el tacto sordo

puede imaginar si vamos o venimos,

pero venimos, sí, desde mi fondo espeso,

pero vamos, ya lo sentimos, en los dedos podridos

y en esta cruel mudez que quiere cantar.

Como un súbito amanecer que la sangre dibuja

irrumpe el violento deseo de sufrir,

y luego el llanto fluyendo como la uña de la carne

y el rabioso corazón ladrando en la puerta.

Y en la puerta un cubo que se palpa

y un camino verde bajo los pies hasta el pozo,

hasta más hondo aún, hasta el agua,

y en el agua una palabra samaritana

hasta más hondo aún, hasta el beso,

Del mar opaco que me empuja

llevo en mi sangre el hueco de su ola,

el hueco de su huida,

un precipicio de sal aposentada.

Si algo traigo para decir, dispensadme,

em el bello camino lo he olvidado.

Por un descuido me comí la espuma,

perdonadme, que vengo enamorado.

Detrás de ti quedan ahora cosas despreocupadas, dulces.

Pájaros muertos, árboles sin riego.

Una hiedra marchita. Un olor de recuerdo.

No hay nada exacto, no hay nada malo ni bueno,

y parece que la vida se ha marchado hacia el país del trueno.

Tú, que vista en un jarrón de flores el golpe de esta fuerza,

tú, la invitada al viento en fiesta.

tu, la dueña de una cotorra y un coche de ágiles ruedas, sobre

la verja

tú que miraste a un caballo del tiovivo

y quedar sobre la grama como esperando que lo montasen

los niños de la escuela,

asiste ahora, con ojos pálidos, a esta naturaleza muerta.

Los frutos no maduran en este aire dormido

sino lentamente, de tal suerte que parecen marchitos,

y hasta los insectos se equivocan en esta primavera

sonámbula, sin sentido.

La naturaleza tiene ausente a su marido.

No tienen ni fuerzas suficientes para morir las semillas del

cultivo

y su muerte se oye como el hilito de sangre que sale de

la boca del hombre herido.

Rosas solteronas, flores que parecen usadas en la fiesta del olvido,

débil olor de tumbas, de hierbas que mueren sobre mármoles

inscritos.

Ni un solo grito. Ni siquiera la voz de un pájaro o de un niño

o el ruido de un bravo asesino con su cuchillo.

¡Qué dieras hoy por tener manchado de sangre el vestido!

¡Qué dieras por encontrar habitado algún nido!

¡Qué dieras porque sembraran en tu carne un hijo!

Por fin, Señor de los Ejércitos, he aquí el dolor supremo.

He aquí, sin lástimas, sin subterfugios, sin versos,

el dolor verdadero.

Por fin, Señor, he aquí frente a nosotros el dolor parado

en seco.

No es un dolor por los heridos ni por los muertos,

ni por la sangre derramada ni por la tierra llena de lamentos

ni por las ciudades vacías de casas ni por los campos llenos de

huérfanos.

Es el dolor entero.

No pueden haber lágrimas ni duelo

ni palabras ni recuerdos,

pues nada cabe ya dentro del pecho.

Todos los ruidos del mundo forman un gran silencio.

Todos los hombres del mundo forman un solo espectro.

En medio de este dolor, ¡soldado!, queda tu puesto

vacío o lleno.

Las vidas de los que quedan están con huecos,

tienen vacíos completos,

como si se hubieran sacado bocados de carne de sus cuerpos.

Asómate a este boquete, a éste que tengo en el pecho,

para ver cielos e infiernos.

Mira mi cabeza hendida por millares de agujeros:

a través brilla un sol blanco, a través un astro negro.

Toca mi mano, esta mano que ayer sostuvo un acero:

¡puedes pasar en el aire, a través de ella, tus dedos!

He aquí la ausencia del hombre, fuga de carne, de miedo,

días, cosas, almas, fuego.

Todo se quedó en el tiempo. Todo se quemó allá lejos.

 

Friday, July 16, 2021

ΑΝΥΤΗ: ΤΑ ΠΟΙΗΜΑΤΑ

 


ΑΝΥΤΗ Η ΤΕΓΕΑΤΙΣ

 

ΠΟΙΗΜΑΤΑ

 

1

 

Ἕσταθι τᾷδε, κράνεια βροτοκτόνε, μηδ' ἔτι λυγρὸν

χάλκεον ἀμφ' ὄνυχα στάζε φόνων δαΐων,

ἀλλ' ἀνὰ μαρμαρέον δόμον ἡμένα αἰπὺν Ἀθάνας,

ἄγγέλ' ἀνορέαν Κρητὸς Ἐχεκρατίδα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VI 123)

 

Στάσου ἐκεῖ, φονικό μου δόρυ ἀπὸ κρανιά, καὶ πάψε

ἀπ᾽ τὴ μπρούντζινή σου αἰχμὴ νὰ στάζεις τῶν ἐχθρῶν μας αἷμα ζοφερό· πλὴν ὅμως

ἀπὸ τῆς Ἀθηνᾶς τὸν μαρμάρινο ναὸ στιγμὴ μὴν πάψεις

τὴν ἀνδρεία ἐσὺ παντοῦ νὰ διαλαλεῖς τοῦ Ἐχεκρατίδα ἀπὸ τὴν Κρήτη.

 

2

 

Βουχανδὴς ἡ λέβης· ὁ δὲ θεὶς Ἐριασπίδα υἱός

Κλεύβοτος· ἁ πάτρα δ’ εὐρύχορος Τεγέα·

Ταθάνᾳ δὲ τὸ δῶρον· Ἀριστοτέλης δ’ ἐποίησεν

Κλειτόριος, γενέτᾳ ταὐτὸ λαχὼν ὄνομα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VI 153)

 

Ὁ λέβητας χωράει μέσα ταυρί ὁλόκληρο· καὶ εἶναι τοῦ Κλεόβοτου ἀφιέρωμα,

τοῦ γιοῦ τοῦ Ἐριασπίδα, ποὺ πατρίδα του εἶναι ἡ Τεγέα, τῶν χορευτῶν τὸ κλέος·

καὶ εἶναι γιὰ τὴν Ἀθηνᾶ ἕνα δῶρο, ποὺ τοῦ τό ᾽φτιαξε ὁ Ἀριστοτέλης

ἀπὸ τὴν Κλειτορία, ποὺ τοῦ πατέρα του εἶναι συνονόματος.

 

3

 

Ἡνία δή τοι παῖδες ἐνί, τράγε, φοινικόεντα

θέντες καὶ λασίῳ φιμὰ περὶ στόματι

ἵππια παιδεύουσι θεοῦ περὶ ναὸν ἄεθλα,

ὄφρ' αὐτοὺς φορέῃς ἤπια τερπομένους.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VI 312)

 

Τὰ παιδιὰ σοῦ βάλαν, τράγε, χάμουρα ὁλοπόρφυρα

καὶ φίμωτρο σοῦ πέρασαν στὴ γενειοφόρα μούρη·

σὲ κάμανε ἄλογο καὶ τρέχανε καβάλα γύρω ἀπ᾽ τὸν ναό,

καὶ τά ᾽βλεπε ἔτσι κι ὁ θεὸς νὰ ζοῦνε τὴ χαρά τους.

 

4

 

Ἀκρίδι, τᾷ κατ' ἄρουραν ἀηδόνι, καὶ δρυοκοίτᾳ

τέττιγι ξυνὸν τύμβον ἔτευξε Μυρώ,

παρθένιον στάξασα κόρα δάκρυ· δισσὰ γὰρ αὐτᾶς

παίγνι' ὁ δυσπειθὴς ᾤχετ' ἔχων Ἀίδας.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 190: Ἀνύτης οἱ δὲ Λεωνίδου)

 

Σὲ μι᾽ ἀκρίδα, ἀηδόνι τῶν ἀγρῶν, καὶ σ᾽ ἕναν τζίτζικα,

ποὺ τὸν κορμὸ βελανιδιᾶς εἶχε κάνει στέκι, μνῆμα κοινὸ ἔφτιαξε ἡ Μυρώ —

τὸ δάκρυ τὸ παρθενικό της χύνοντας ἡ κόρη· καὶ τὰ δυό της πού ᾽παιζε ζωάκια

ἦρθε καὶ τῆς τ᾽ ἅρπαξε ὁ ἄπονος ὁ Χάρος, ὁ κακοῦργος, κι ἔφυγε γιὰ κάτω.

 

5

 

Οὐκέτι μ' ὡς τὸ πάρος πυκιναῖς πτερύγεσσιν ἐρέσσων

ὄρσεις ἐξ εὐνῆς ὄρθριος ἐγρόμενος·

ἦ γάρ σ' ὑπνώοντα σίνις λαθρηδὸν ἐπελθὼν

ἔκτεινεν λαιμῷ ῥίμφα καθεὶς ὄνυχα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 202)

 

Δὲν θὰ ξανατινάξεις τὰ πυκνὰ φτερά σου,

ἀχάραγο νὰ μὲ σηκώνεις ὅπως πρῶτα ἀπὸ τὸν ὕπνο·

στὸν ὕπνο τὸν δικό σου ἦρθε ἡ ἀλεποῦ κρυφὰ

καὶ σοῦ ᾽μπηξε τὰ νύχια στὸ λαιμό, καὶ πᾶς καλιά σου.

 

6

 

Μνᾶμα τόδε φθιμένου μενεδαΐου εἵσατο Δᾶμις

ἵππου, ἐπεὶ στέρνον τοῦδε δαφοινὸς Ἄρης

τύψε· μέλαν δέ οἱ αἷμα ταλαυρίνου διὰ χρωτὸς

ζέσσ', ἐπὶ δ' ἀργαλέᾳ βῶλον ἔδευσε φονᾷ.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 208)

 

Τὸ μνῆμα τοῦτο ᾽δῶ ἔστησε ὁ Δάμης στὸ πολεμικὸ φαρί του,

ποὺ ὁ Ἄρης ὁ φονιὰς τοῦ ἐτρύπησε τὰ στήθη·

τὸ μαῦρο αἷμα τοῦ ᾽χε ἀπὸ μέσα πεταχτεῖ ἀπ᾽ τὸ χοντρὸ τομάρι του

καὶ οἱ πόνοι του οἱ βαριοὶ καὶ ἀβάσταχτοι εἴχανε τὸ χῶμα γύρω βάψει.

 

7

 

Οὐκέτι δὴ πλωτοῖσιν ἀγαλλόμενος πελάγεσσιν

αὐχέν' ἀναρρίψω βυσσόθεν ὀρνύμενος,

οὐδὲ παρ' εὐσκάλμοιο νεὼς περικαλλέα χείλη

ποιφυξῶ τἀμᾷ τερπόμενος προτομᾷ·

ἀλλά με πορφυρέα πόντου νοτὶς ὦσ' ἐπὶ χέρσον,

κεῖμαι δὲ † ῥαδινὰν τάνδε παρ' ἠιόνα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 215)

 

Ποτὲ στὶς θάλασσες ξανὰ καὶ στὰ πελάγη ἐγὼ δὲν θὰ τινάξω

τὸν αὐχένα ἀπ᾽ τοὺς βυθοὺς βγαλμένον, καμαρώνοντας,

οὔτε στὶς σκαρμοφωλιὲς τῶν πλοίων θὰ ξαναφυσήξω χαρούμενο,

ποὺ τὸ κάλλος θὰ βλέπω τὸ δικό μου ἀνάγλυφο στοῦ καραβιοῦ τὴν πλώρη —

τοῦ πόντου ὁ σκοτεινὸς νοτιάς, σὲ τούτην ἐδῶ μὲ ξέβρασε τὴν ἄγρια ξέρα δελφίνι πεθαμένο.

 

8

 

Πολλάκι τῷδ' ὀλοφυδνὰ κόρας ἐπὶ σάματι Κλείνα

μάτηρ ὠκύμορον παῖδ' ἐβόασε φίλαν,

ψυχὰν ἀγκαλέουσα Φιλαινίδος, ἃ πρὸ γάμοιο

χλωρὸν ὑπὲρ ποταμοῦ χεῦμ' Ἀχέροντος ἔβα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 486)

 

Πόσες καὶ πόσες δὲν ἐδάρθηκε φορὲς μὲ ὁλοφυρμοὺς σὰν μάνα

ἡ Κλείνα

στῆς θυγατέρας της τὸ μνῆμα, τῆς Φιλαινίδας, πάνω,... καὶ μὲ τὶ φωνές,

μὲ τὶ σκουξίματα καλοῦσε πάντα πίσω τὴν ψυχή της, ποὺ ἀνύμφευτη

τὰ μουντὰ καὶ φουσκωμένα ἐδρασκέλησε νερὰ τοῦ Ἀχέροντα.

 

9

 

Παρθένον Ἀντιβίαν κατοδύρομαι, ἇς ἐπὶ πολλοὶ

νυμφίοι ἱέμενοι πατρὸς ἵκοντο δόμον,

κάλλευς καὶ πινυτᾶτος ἀνὰ κλέος· ἀλλ' ἐπὶ πάντων

ἐλπίδας οὐλομένα Μοῖρ' ἐκύλισε πρόσω.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 490)

 

Γιὰ τὴν παρθένα Ἀντιβία κλαίω καὶ ὀδύρομαι, ποὺ τόσοι καὶ τόσοι

ἐφτάσανε γαμπροὶ στὸ σπίτι τοῦ πατέρα της, ἀπὸ τὴ φήμη

καλεσμένοι γιὰ τὸ κάλλος τῆς κοπέλας καὶ τὴ φρόνησή της·

μαύρη, ὡστόσο, ἡ Μοίρα τὶς ἐλπίδες ἦρθε κι ἔκανε ὁλωνῶν τους σκόνη.

 

10

 

Οἰχόμεθ', ὦ Μίλητε, φίλη πατρί, τῶν ἀθεμίστων

τὰν ἄνομον Γαλατᾶν ὕβριν ἀναινόμεναι,

παρθενικαὶ τρισσαὶ πολιήτιδες, ἃς ὁ βιατὰς

Κελτῶν εἰς ταύτην μοῖραν ἔτρεψεν Ἄρης.

οὐ γὰρ ἐμείναμεν αἷμα τὸ δυσσεβὲς οὐδ' Ὑμέναιον,

νυμφίον ἀλλ' Ἀίδην κηδεμόν' εὑρόμεθα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 492, Ἀνύτης Μυτιληναίας;)

 

Σ᾽ ἀφήνουμε, γλυκιὰ πατρίδα Μίλητε, καὶ φεύγουμε,

τὴν ὕβρη τῶν ἀνόμων Γαλατῶν ἀρνούμενες.

Τρεῖς εἴμαστε κοπέλες, δημότισσες δικές σου,

ποὺ τῶν Κελτῶν μᾶς ἔριξε ἡ ἄρεια σπάθη σ᾽ αὐτὴν ἐδῶ τὴ μοίρα:

ἕνωσή μας δυσσεβὴ δὲν ἀνεχόμαστε, οὔτε γάμους τἐτοιους —

γι᾽ αὐτὸ καὶ κάναμε γαμπρὸ τὸν Ἅδη, δικός μας κηδεμόνας νά ᾽ναι.

 

11

 

Μάνης οὗτος ἀνὴρ ἦν ζῶν ποτε· νῦν δὲ τεθνηκὼς

ἶσον Δαρείῳ τῷ μεγάλῳ δύναται.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 538)

 

Ζωντανὸς ὁ Μάνης ἤτανε σκλάβος· τώρα ποὺ πέθανε

μὲ τὸν Δαρεῖο, τὸν μεγάλο βασιλιά, τὴν ἴδια ἔχει δύναμη.

 

12

 

Λοίσθια δὴ τάδε πατρὶ φίλῳ περὶ χεῖρε βαλοῦσα

εἶπ' Ἐρατὼ χλωροῖς δάκρυσι λειβομένα·

«Ὦ πάτερ, οὔ τοι ἔτ' εἰμί, μέλας δ' ἐμὸν ὄμμα καλύπτει

ἤδη ἀποφθιμένης κυάνεον θάνατος.»

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 646)

 

Καὶ νά τὰ λόγια τὰ στερνὰ πού ᾽πε τοῦ πατέρα της τοῦ ἀγαπημένου ἡ Ἐρατὼ

στὸ κλάμα μέσα βουτηγμένη καὶ σφιχταγκαλιάζοντάς τον:

«Πατέρα μου καλέ, δὲν εἶμαι ἄλλο γιὰ σένα, φεύγω: ὁ θάνατος ὁ σκοτεινός,

ὁ Χάρος ο κατάμαυρος, τὰ γαλανά μου μάτια τώρα πιὰ μοῦ τά ᾽χει σκεπασμένα».

 

13

 

Ἀντί τοι εὐλεχέος θαλάμου σεμνῶν θ' ὑμεναίων

μάτηρ στῆσε τάφῳ τῷδ' ἐπὶ μαρμαρίνῳ

παρθενικὰν μέτρον τε τεὸν καὶ κάλλος ἔχοισαν,

Θερσί· ποτιφθεγκτὰ δ' ἔπλεο καὶ φθιμένα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 649)

 

Ἀντὶ ἡ μητέρα σου, Θερσίδα μου, θάλαμον ὡραῖο νυφικὸ νὰ στρώσει, ὅπου

σεμνοὶ θὲ ν᾽ ἀντηχούσανε ὑμέναιοι, ἄγαλμα κοριτσιοῦ στὸ μνῆμα σου ἔστησε τὸ μαρμαρένιο,

στὸ μπόι σου ἴσο καὶ στὴν ὀμορφιά σου ὅμοιο· κι ἔτσι, νεκρὴ καὶ πού ᾽σαι ἐσύ,

μποροῦμ᾽ ἐμεῖς καὶ νὰ σὲ βλέπουμε καὶ νὰ σοῦ λέμε καμιαδυὸ κουβέντες.

 

14

 

Ἥβᾳ μέν σε, Πρόαρχ', ἔνεσαν, πάι, δῶμά τε πατρὸς

Φειδία ἐν δνοφερῷ πένθει ἔθου φθίμενος·

ἀλλὰ καλόν τοι ὕπερθεν ἔπος τόδε πέτρος ἀείδει,

ὡς ἔθανες πρὸ φίλας μαρνάμενος πατρίδος.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, VII 724)

 

Ἡ νεανικὴ σου ἀνδρεία σὲ σκότωσε, Πρόαρχε, στὸν πόλεμο — καὶ βύθισες

τὸ σπίτι τοῦ Φειδία, τοῦ πατέρα σου, στὸ μαῦρο πένθος.

Μὰ τούτη ᾽δῶ ἡ πέτρα, πού ἔχεις ἀπὸ πάνω σου, ὡραῖα τραγουδάει λόγια

καὶ λέει πὼς ὑπὲρ τῆς προσφιλοῦς πατρίδος σου ἔπεσες μαχόμενος.

 

15

 

Κύπριδος οὗτος ὁ χῶρος, ἐπεὶ φίλον ἔπλετο τήνᾳ

αἰὲν ἀπ᾽ ἠπείρου λαμπρὸν ὁρῆν πέλαγος,

ὄφρα φίλον ναύτῃσι τελῇ πλόον· ἀμφὶ δὲ πόντος

δειμαίνει λιπαρὸν δερκόμενος ξόανον.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, IX 144)

 

Στὴν Ἀφροδίτη ἀνήκει αὐτὸς ὁ τόπος: πάντοτε τῆς ἄρεσε

τὸ λαμπρὸ νὰ κοιτάει ἀπ᾽ τὴ στεριὰ τὸ πέλαγος, νὰ κάνει

ὡραῖα τὰ ταξίδια τῶν ναυτίλων. Καὶ ἀπ᾽ ὁλόγυρα μὲ σεβασμὸ

σγουραίνει ἡ θάλασσα, τὸ γλυπτό της ὅπως ἀντικρίζει ξόανο.

 

16

 

Ἵζευ τᾶσδ' ὑπὸ καλὰ δάφνας εὐθαλέα φύλλα,

ὡραίου τ' ἄρυσαι νάματος ἁδὺ πόμα,

ὄφρα τοι ἀσθμαίνοντα πόνοις θέρεος φίλα γυῖα

ἀμπαύσῃς πνοιᾷ τυπτόμενα Ζεφύρου.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, IX 313)

 

Διαβάτη, κάτω ἀπὸ τὰ σκιερὰ νὰ ξαποστέσεις φύλλα αὐτῆς ἐδῶ τῆς δάφνης,

γλυκὸ νερὸ νὰ πιεῖς μετά, νὰ δροσιστεῖς ἀπ᾽ τῆς πηγῆς τὸ ὡραῖο στόμα·

τὸ ταλαιπωρημένο ἀπὸ τὴν κάψα τοῦ καλοκαιριοῦ κορμί σου ἀπάγκιο νά ᾽βρει,

κι ὁ Ζέφυρος νὰ σὲ χτυπᾶ, τὰ κουρασμένα μέλη σου νὰ ξαλαφρώνει.

 

17

 

Ἑρμᾶς τᾷδ' ἕστακα παρ' ὄρχατον ἠνεμόεντα

ἐν τριόδοις πολιᾶς ἐγγύθεν ἀιόνος,

ἀνδράσι κεκμηῶσιν ἔχων ἄμπαυσιν ὁδοῖο·

ψυχρὸν δ' ἀχραὲς κράνα ὑποπροχέει.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, IX 314)

 

Ἐγώ, ὁ Ἑρμῆς, σὲ τούτη κάθομαι τὴν ἀνεμόδαρτη δεντροσειρά,

στὸ τρίστρατο, στὴν κάτασπρη ἀπ᾽ τὰ κύματα ἀμμουδιὰ ἀπὸ δίπλα,

ἀνάπαυση στοὺς κουρασμένους ὁδοιπόρους νὰ προσφέρω —

γιὰ τὸ ξαπόστασμα καθάριο ἀπὸ τὴν κρήνη γαργαροκυλάει νεράκι.

 

18

 

Θάεο τὸν Βρομίου κεραὸν τράγον, ὡς ἀγερώχως

ὄμμα κατὰ λασιᾶν γαῦρον ἔχει γενύων

κυδιόων, ὅτι οἱ θάμ’ ἐν οὔρεσιν ἀμφὶ παρῆιδα

βόστρυχον εἰς ῥοδέαν Ναὶς ἔδεκτο χέρα.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, ΙΧ 745)

 

Τὸν τράγο δὲς τοῦ Βάκχου μὲ τὰ στριφογυριστὰ τὰ κέρατα,

μὲ τὶ βλέμμα ἀγέρωχο γιὰ τὸ ἄσπρο του ὑπογένειο γαυριώντας καμαρώνει —

δὲν ἦταν λίγες δὰ οἱ φορὲς ποὺ ἡ Ναῒς ἡ Νύμφη ἐπάνω στὰ βουνά,

χαϊδεύοντας τὰ μάγουλά του, τοῦ τό ᾽παιζε μὲς στὸ γλυκὸ καὶ ροδαλό της χέρι.

 

19

 

Ξεῖν', ὑπὸ τὰν πτελέαν τετρυμένα γυῖ' ἀνάπαυσον·

ἁδύ τοι ἐν χλωροῖς πνεῦμα θροεῖ πετάλοις·

πίδακά τ' ἐκ παγᾶς ψυχρὰν πίε· δὴ γὰρ ὁδίταις

ἄμπαυμ' ἐν θερινῷ καύματι τοῦτο φίλον.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, XVI 228)

 

Κάτω ἀπὸ τούτη τὴ φτελιὰ νὰ ξεκουράσεις, ξένε, ἔλα τὸ κατάκοπο κορμί σου

— γλυκοφυσάει τ᾽ ἀγέρι ἐδῶ, τὰ φύλλα της γι᾽ ἄκου τί ἁπαλὰ θροΐζουν!

Καὶ πιὲς κι ἀπ᾽ τῆς πηγῆς τὸ δροσερὸ τὸ στόμα· γιατὶ ὅσοι ὁδοιποροῦν

στὸ θερινὸ λιοπύρι μέσα ἀπάγκιο πιὸ καλὸ ἀπὸ τοῦτο ᾽δῶ δὲν πρόκειται νὰ βροῦνε.

 

20

 

Τίπτε κατ᾽ οἰόβατον, Πὰν ἀγρότα, δάσκιον ὕλαν

ἥμενος ἁδυβόαι τῷδε κρέκεις δόνακι;

ὄφρα μοι ἑρσήεντα κατ᾽ οὔρεα ταῦτα νέμοιντο

πόρτιες ἠυκόμων δρεπτόμεναι σταχύων.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, XVI 231)

 

Τί κάθεσαι ὁλομόναχος στὸ δάσος μὲ τὸν ἴσκιο τὸν παχύ,

Πάνα μου ἀγρότη, καὶ τὴ φλογέρα σου γλυκὰ ὅλο τσαφαρίζεις;

Γιὰ νὰ μοῦ βόσκουν πέρα ἐκεῖ στὶς δροσερὲς βουνοπλαγιὲς

οἱ γελαδίτσες μου οἱ καλές, τῶν σταχυῶν τὰ ἄγανα μασώντας.

 

21

 

Φριξοκόμᾳ τόδε Πανὶ καὶ αὐλιάσιν θέτο Νύμφαις

δῶρον ὑπὸ σκοπιᾶς Θεύδοτος οἰονόμος·

οὕνεχ' ὑπ' ἀζαλέου θέρεος μέγα κεκμηῶτα

παῦσαν ὀρέξασαι χερσὶ μελιχρὸν ὕδωρ.

(Παλατινὴ Ἀνθολογία, XVI 291)

 

Τὸ δῶρο αὐτὸ στὸν Πάνα τὸν ἀναμαλλιάρη καὶ στοῦ μαντριοῦ τὶς Νύμφες

τὸ πρόσφερε ὁ βοσκὸς Θεόδοτος, τοποθετώντας το ἀπὸ κάτω ἀπὸ ᾽ναν βράχο:

ἐξαντλημένος καθὼς ἦταν ἀπ᾽ τοῦ καλοκαιριοῦ τὴν ἄγρια λειψυδρία,

προσφέρει τοῦ ᾽χανε γλυκὸ καὶ δροσερὸ νερὸ μὲ τὰ δικά τους χέρια.

 

22

 

Ὤλεο δή ποτε καὶ σὺ πολύρριζον παρὰ θάμνον,

Λόκρι, φιλοφθόγγων ὠκυτάτη σκυλάκων,

τοῖον ἐλαφρίζοντι τεῷ ἐγκάτθετο κώλῳ

ἰὸν ἀμείλικτον ποικιλόδειρος ἔχις.

(Ἰουλίου Πολυδεύκη, Ὀνομαστικόν, V 48)

 

Ἐχάθηκες λοιπὸν κι ἐσὺ, στὸν θάμνο δίπλα τὸν πολύρριζο, στὴ

Λοκρίδα, καὶ ἤσουνα ἡ πιὸ γοργὴ σκυλίτσα, καὶ γαύγιζες

χαρούμενα· στὸ ἐλαφροπάτητό σου πόδι πῆγε κι ἔχυσε φαρμάκι

ἀμείλικτο, θανατηφόρο, κακιὰ μιὰ ὀχιὰ μὲ πλουμιστὸ πουκάμισο.

 

Μετάφραση: Γιῶργος Κεντρωτής.